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6 de octubre de 2007

El banquero de los pobres (Muhammad Yunus)


Muhammad Yunus recibió en 2006 el Premio Nobel de la Paz y en 1998 el Príncipe de Asturias de la Concordia por su contribución a la erradicación de la pobreza mediante un innovador mecanismo de préstamos denominado "microcréditos".

El banquero de los pobres describe el nacimiento del proyecto del banco Grameen desde su primera fase experimental en el pueblo de Jobra en 1977 hasta su consolidación actual en numerosos países (alguno de ellos sorprendentes como los Estados Unidos o Noruega). Anteriormente, Yunus era profesor de economía del desarrollo en la Universidad de Chittagong en Bangladesh tras realizar estudios en los Estados Unidos. Sin embargo, día a día observaba cómo sus “bellas teorías” no servían más allá de la pizarra del aula en la que cómodamente enseñaba al margen de la pobreza que acuciaba a la mayoría de sus conciudadanos.

Investigando los motivos de dicha pobreza comprendió varias reglas que forman la base del ideario del banco Grameen. Los pobres, por el hecho de serlo, no son menos innovadores o emprendedores que los grandes empresarios de una sociedad moderna, el mero hecho de seguir vivos en sus circunstancias les acredita como extraordinarios luchadores. Por otro lado, para poder mantener sus pequeñas actividades (venta ambulante, venta de leche, fabricación de sillas de paja, etc) necesitan de dinero para comprar las materias primas. Su única fuente de financiación son los prestamistas locales ya que la banca comercial les está vedada (carecen de antecedentes comerciales, los préstamos que necesitan son de importes tan bajos que el coste de la maquinaria burocrática que estas entidades necesitan excede el importe del préstamo) por lo que las condiciones económicas de dichos préstamos son tan draconianas que apenas les permiten obtener lo necesario para devolver las cuotas correspondientes y sobrevivir hasta el siguiente préstamo.

La idea de Muhammad Yunus es sustituir a estos financieros locales prestando fondos a un interés más bajo sin las complicaciones que suele imponer la banca tradicional. En su sistema, el banco Grameen, no hay contratos firmados (la mayoría de los prestatarios no sabe escribir), sus préstamos son de muy poco importe (“microcréditos”) y a corto plazo. Si un prestamista no puede pagar un plazo no se le lleva a los tribunales, se estudia su caso y se le concede una moratoria de los intereses, o se le hace un nuevo préstamo o se prolonga la vigencia del mismo para ajustar la cuota a un importe asumible por el prestatario. De este modo, la filosofía convencional según la cuál el prestamista debe tomar todas las garantías precisas para recuperar lo prestado se torna en la contraria: el prestatario no impagará salvo que le sea totalmente imposible porque precisamente este préstamo es su única oportunidad para salir de la pobreza, no se ve al deudor como un riesgo en potencia sino como un emprendedor en potencia que sólo necesita combustible financiero. Actualmente, tal y como ha ocurrido a lo largo de toda su historia, el banco Grameen, cuenta con el ratio de morosidad más bajo de todo Bangladesh.

El libro describe el proceso por el cuál el proyecto se extendió desde la localidad de Jobra a la región de Tangail, al resto de Bangladesh y a otros países del mundo. Yunus narra cómo tuvieron que luchar para conseguir financiación de los bancos nacionales y cómo obtuvieron la independencia económica a partir de los años 90. También se explica el crecimiento de la entidad a la hora de ofrecer nuevos servicios, las sociedades que se están creando en torno al banco (p. ej. el de suministro de telefonía móvil o de internet, sanidad, etc). Se recoge el balance del banco en el año 2004 y se da cuentas del proceso de transformación del banco Grameen en Grameen II, básicamente la misma entidad pero como mayor capacidad de adaptarse a las necesidades de sus clientes.

Son innumerables las lecciones que se extraen de la lectura del libro por lo que me limitaré a comentar algunas de ellas dejando al lector que descubra directamente en el libro de Yunus todo lo que de aprovechable hay en él.

El banco Grameen se dirige fundamentalmente a las mujeres de los extractos más pobres de la sociedad (una sociedad, por otro lado, fundamentalmente musulmana en la que el papel de la mujer es ajeno al manejo de la economía familiar, privilegio reservado al varón). Para obtener un préstamo Grameen, se debe formar un grupo de 4-5 prestamistas potenciales que acuden a unos cursillos de información sobre la operativa del banco, tras los que se realizan unos exámenes que deben aprobar todos los integrantes del grupo. El préstamo se concede individualmente pero el grupo toma un papel fundamental dado que si uno de sus integrantes tiene dificultades para pagar sus cuotas, impide que el resto de miembros del grupo puedan mejorar las condiciones de sus propios préstamos. De este modo se fomenta la cooperación mutua y el aprendizaje de errores ajenos. Estos grupos se unen a otros de la misma localidad eligiendo un representante (todo un honor) y el esquema se repite hasta llegar a agrupaciones de ámbito nacional.

Las sociedades que prestan servicios accesorios siguen la misma filosofía que el banco Grameen. Como ejemplo, parecería que en pueblos en los que apenas hay medios para garantizar la salud o la educación, la telefonía móvil es un lujo superfluo o frívolo. Sin embargo, Grameen ha optado por un modelo que acerca las nuevas tecnologías a los estratos más pobres de la sociedad de modo que les sean rentables. Así, en cada pueblo hay una persona con un teléfono móvil de la operadora de Grameen, que es el “negocio” de una mujer cuyo trabajo consiste en cobrar dinero por dejar utilizar su móvil y actuar como recadera del resto de vecinos. De este modo, el pueblo se beneficia de las ventajas de la comunicación (principalmente en casos de necesidad) y una persona puede salir de la pobreza gracias a ello.

Esta filosofía de obtener un beneficio para repartirlo entre los que lo generan es la clave en la distinción de las empresas tradicionales (volcadas a la obtención de beneficios para el empresario, al margen de cualquier tipo de “beneficio social”) y el nuevo modelo de empresa que representa Grameen. El propio autor ve un futuro en el que, cada vez más, las empresas del primer tipo incorporarán objetivos sociales (de hecho, las nuevas tendencias en materia de responsabilidad social corporativa parecen encaminarse en este sentido).

Igualmente, respecto de la clásica distinción ideológica entre derecha e izquierda, Yunus se sitúa en un nuevo paradigma. Admite valores considerados como propios de izquierda (solidaridad, lucha contra la discriminación, etc) pero discrepa del modo en el que la izquierda concibe la labor del Estado como proveedor de servicios para los desfavorecidos. Así, considera que cualquier ayuda que se pretenda conceder, desde el Estado o instituciones internacionales, para luchar contra la pobreza sólo sirve para expulsar de la recepción de las mismas a los más pobres del colectivo objeto de la ayuda. Igual ocurre con los servicios de los estados desarrollados, la Seguridad Social, por ejemplo, no es un mecanismo de ayuda para los más desfavorecidos sino para consolidar los beneficios de muchos que no lo son.

Por otro lado considera, al igual que los ideólogos del liberalismo más estricto, que cualquier ayuda que se conceda sólo sirve para acomodar en esa situación al receptor de la misma. Yunus describe los problemas que se encuentra cuando proyectos como el del banco Grameen pretenden instalarse en países prósperos. En el caso de Estados Unidos se sorprendió de que, inicialmente, nadie estaba dispuesto a luchar para salir adelante con un pequeño negocio (p. ej. venta ambulante de tacos, o arreglos de ropa a domicilio, reparación de muebles, etc) porque al comenzar una actividad deberían renunciar a todo o parte del subsidio de desempleo. ¿Son menos emprendedores los pobres de Estados Unidos que los de Bangladesh? No, simplemente, el emprendedor que todos llevamos dentro se repliega cuando el Estado nos subvenciona.

Ideas como ésta hacen de la lectura del libro un revulsivo y un desafío a las ideas establecidas. Por otro lado, Yunus combina las grandes ideas y los proyectos generales del banco con las pequeñas historias de muchos de los prestatarios de Grameen que han logrado salir adelante gracias a sus propios esfuerzos (nada deben a la caridad o al voluntarismo de ONG alguna). Las vidas de estas personas son las que abren una ventana a la realidad de modo, que al igual que Yunus, decidió dejar sus “bellas teorías macroeconómicas”, podamos entrar y salir de estos debates ideológicos con la mente un poco más clara y menos dogmática.

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