7 de enero de 2025

La materia oscura - Trilogía Completa - (Phillip Pullman)

 


 


¿Qué tienen en común un universo infinito de mundos conectados, osos acorazados, daimonions que reflejan el alma y una guerra cósmica entre lo divino y lo terrenal? La materia oscura de Philip Pullman nos invita a explorar estos enigmas en una trilogía que desafía los límites de la imaginación, el pensamiento metafísico y los dilemas morales. A través de las aventuras de Lyra, descubrimos un multiverso que pone en jaque nuestras ideas sobre el poder, la libertad y el espíritu humano. Pero, ¿es todo esto una reflexión sobre nuestra propia naturaleza?
 

 

El gnosticismo es un movimiento religioso con orígenes confusos pero que alcanza su esplendor con el inicio del Cristianismo, tomando una mezcla de platonismo, judaísmo, enseñanzas orientales y todo cuanto queramos adicionarle puesto que poco o nada se conserva de sus textos sagrados, al haber sido considerada una corriente herética en torno al siglo III d.C. por los padres de la Iglesia. De este modo, lo único que podemos conocer de manera cierta es lo recogido en los escritos de quienes persiguieron la herejía y escribieron contra ella, más allá de algunos textos descubiertos en este siglo y que parecen aportar más sombras aún que certezas.


No es por ello de extrañar que sean textos de personajes tan dudosos como Aleister Crowle, cuyo principal mérito es el de haber servido de inspiración a Jimmy Pae, los que hayan contribuido a popularizar esta creencia nuevamente en nuestros días junto a un aderezo de New Age y otras tantas creencias sectarias en el mejor de los casos.


Sin ánimo de abordar un tema que me excede, y tan solo a los efectos de poder entrar en la reseña de los libros que aquí traigo, podremos decir que el gnosticismo sostiene que lo que venimos conociendo como Yahvé o Dios, no es sino un demiurgo, una especie de Ángel Caído, que a espaldas de Dios crea el mundo, la materia para oponer al Espíritu puro que es la verdadera divinidad. La materia es aquello que atrapa el espíritu, que nos envilece y aparta de nuestra pequeña brizna de divinidad. En estas ideas el hombre no se salva por la redención de los pecados y la muerte de Jesucristo, no se redime por su fe, tan solo puede salvarse a través del conocimiento (gnosis) introspectivo, por el misticismo que nos aleja de la materia y acerca a la verdadera esencia. Así, podemos ver la figura de la serpiente tentando a Eva como una realidad muy diferente, el modo en el que Cristo, en la forma de serpiente, tentó a Eva y ésta come del Árbol de la Sabiduría, del fruto prohibido que Dios, el demiurgo malvado le había negado. Comido el fruto y alcanzado el conocimiento de la verdadera naturaleza del hombre, Dios se enfurece ya que pierde el poder sobre este objeto de la creación. Así, expulsa a Adán y Eva del Paraíso, los trae a este nuestro mundo lleno de materia, de cuerpo y vicio en el que trata de hacer olvidar ese conocimiento al que solo algunos pueden llegar de manera muy excepcional.


Y bien, ¿qué tiene que ver toda esta charla, metafísica o religiosa con estos libros? La materia oscura es una trilogía escrita por Phillip Pullman, conformada por tres volúmenes (La brújula dorada, La daga y El catalejo lacado) publicados en España por Editorial Roca y traducida por Dolors Gallart y Camila Batllés. En ellas, narra la historia de Lyra, una niña que resulta ser el eje central de una lucha a muerte entre los partidarios de la Autoridad, un trasunto de la iglesia, de cualquiera de ellas, en su afán por alejarnos de lo divino que habita en nosotros, y las fuerzas de Lord Asley, supuestamente pretendiendo liberar al hombre de esa opresión, volcado en la creación de una República de los Cielos.


La obra se despliega en un multiverso cuyos puntos de escape y conexión están desestabilizando todo el sistema, esparciendo por todos los mundos figuras tan etéreas como el polvo, los espantos o las semillas de los árboles de los mulefas. Este multiverso y sus conexiones son ya tratadas en muchas otras obras como El hombre en el castillo de Philip K. Dick, pero las verdaderas fuentes de inspiración de Pullman se encuentran en obras como El Paraíso Perdido de Milton, pasado en algunos aspectos por la visión poética de William Blake, o Las crónicas de Narnia, de C. S. Lewis con quien comparte el público objetivo o algunos aspectos de la trama, y de la que difiere en la concepción metafísica y religiosa que subyace en ambas, al decir de los expertos.


En el viaje de Lyra por los diferentes mundos y, en suma, por su propio proceso madurativo, se encontrará con seres fantásticos como los giptanos, los mulefas, los osos acorazados, los ángeles o las brujas. Pero tal vez nada más fantástico que los daimonion, personificación en el mundo de Lyra del alma, una especie de alter ego físico y corpóreo que, a modo de animal, acompaña a su humano, dialoga con él y apenas pueden separarse unos metros sin padecer un sufrimiento indecible, tan fuerte e invisible es el lazo que les une.


Estos daimonions tienen aspecto cambiante en tanto el humano sea joven. Pueden resultar gatos salvajes, pequeños insectos, espléndidos peluches que den calor, pájaros cantarines, cualquier forma que refleje las necesidades y deseos de su humano. Sin embargo, según el niño madura, su daimonion pierde esa versatilidad, la capacidad de adaptarse, y queda fijado en una forma que representa, de alguna manera, el alma, el espíritu definitivo de su humano.


No desvelaré aspecto alguno de la trama de las novelas ya que resultan bastante complejas con diferentes hilos argumentales que se entrecruzan en uno o diversos mundos. Baste decir que, como libro juvenil su historia puede resultar interesante, entretenida, igual qué otros tantos libros del estilo. Sin embargo, es seguro que muchas de las alegorías en las que se basa todo el entramado quedarán veladas para este lector, igual que para mí seguro que han quedado otros tantos aspectos. Por contra, para un adulto, tal vez pueda resultar interesante el trasfondo metafísico pero algo alejado el atractivo del argumento, excesivamente infantilizado en ocasiones, fantástico de un modo excesivamente simple. Por eso, pese a ser un estupendo esfuerzo narrativo, a la brillantez de su planteamiento, su fuerza imaginativa y la valentía en las ideas que despliega, no terminó de acertar con el público que pudiera estar plenamente satisfecho con la lectura.

 


 


Los personajes fantásticos de El señor de los anillos parecen estar dotados de un mayor peso específico, tal vez también los de Las crónicas de Narnia. Figuras como los osos acorazados no terminan de parecer necesarias más allá de una demanda por aportar personajes imaginativos. Pero donde sí parece estar más dotada la obra de un sentido literario es en la construcción de algunos personajes, en especial la señora Coulter o Lord Asriel, siempre dudosos en sus propósitos, nunca bien claro de qué bando están y si ayudan a Lyra o se sirven de ella. Lo mismo ocurre con algún otro personaje, añadiendo un interés adicional a las novelas, lo que sumado al trasfondo religioso comentado no es poco bagaje.


Pero equivocado debo estar sin duda, puesto que la obra ha recibido numerosos reconocimientos como el premio Golden Book Award otorgado por los padres de familia. También ha sido adaptada cinematográficamente una parte del primer volumen, si bien, entiendo que no con un éxito claro al no tener secuela hasta el momento.


En su intento por replicar El Paraíso Perdido de Milton y la titánica descripción de la lucha entre Dios y Satán, desde el propio prólogo, Pullman anuncia su deseo de reescribir esta lucha de modo que sea el Diablo quien se alce con la victoria. Ante esta afirmación no faltan las voces que tachan a sus escritos de ser una obra que trata de pervertir a los jóvenes, de alejarles de la Verdad, de ofrecerles un vacío individualista y la total ausencia de valores. Demasiados anatemas para una obra que, por contra, ha recibido elogios del arzobispo de Canterbury, quien ha asegurado que debería formar parte de los programas de educación religiosa de las escuelas. Claro que, un clérigo de la herética Albion, que puede casarse y procrear, tampoco será muy de fiar en estos asuntos.


En suma, estamos ante una obra que puede entretener sin duda y que, además, conociendo algo de los entresijos en los que se basa el autor, disfrutaremos trazando los paralelismos con nuestro mundo, de modo que también éste pueda convertirse en uno más de los que nutren La materia oscura. Aunque Pullman ha escrito otros libros que adornan los bordes de esta historia completándola, la esencia está en esta trilogía que puede ser un buen punto de partida para quien quiera adentrarse en esta interesante visión del mundo y de la Literatura.


 



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