14 de febrero de 2010

El desierto de los tártaros (Dino Buzzati)


El desierto de los tártaros fue la tercera novela publicada por Dino Buzzati, un narrador italiano que comenzó a publicar sus obras en los años treinta labrándose una merecida fama como escritor, pese a que él siempre reclamara su condición de periodista por encima de todo. Quizá sea ésta su obra más célebre y la que más reflexiones ha merecido, sin duda por su carácter simbólico y por su ductilidad a la hora de atribuir significados a su trama.

Y sin embargo, la historia es sencilla y puede resumirse de este modo: Drogo, un joven oficial recién salido de la escuela militar, parte hacia su primer destino en los confines del país, la fortaleza Bastiani, con el ánimo deseoso de ganar fama y reconocimiento a través de una fulgurante carrera militar. A su llegada a la fortaleza su ánimo decae. Nada es como esperaba. Ni la fortaleza es grandiosa en los términos que hubiera imaginado, ni la frontera a defender parece guardar especial peligro; tampoco el paisaje es hermoso o sugerente ya que el emplazamiento se encuentra aislado totalmente de la vida civil en un paraje de difícil acceso. Las primeras conversaciones con sus compañeros ahondan este sentimiento de extrañeza pues ve en ellos un conformismo y una sensación de derrota por la que siente rechazo y desdén.

Salvado el impulso de solicitar un traslado inmediato alegando una enfermedad inventada, se sumerge de lleno en la vida castrense, en sus ritos y ceremonias, en las rutinas diarias. En un principio le asalta de continuo una sensación de incómodo vacío cuyo origen incierto apenas puede determinar. Pero, poco a poco comienza a acariciar, siguiendo al resto de sus camaradas de armas, la idea de que el destino no ha salido huyendo sino que espera para quienes hayan sabido aguardarle con tesón. Así, cualquier movimiento en esa extensísima y yerma llanura que es el desierto de los tártaros es visto como la gran oportunidad, el histórico momento para saltar a la palestra del reconocimiento civil y militar.

Cuando poco después Drogo regresa durante un permiso a su ciudad, advierte en ella la misma extrañeza que antes sintió en la fortaleza; ha quedado preso de la misma. Más aún que el resto de sus camaradas puesto que cuando un redimensionamiento de los efectivos militares permite la salida de muchos oficiales hacia puestos de mayor reconocimiento, Drogo quedará postergado por diversas argucias. Sólo ahora comprende que parecían fingir desear permanecer por siempre en la fortaleza. Y así se abre una segunda parte en la que la obsesión de Drogo llega a convertirle en el remedo de aquellos oficiales que conoció a su llegada por vez primera a su destino y cumple, de cara a los jóvenes, la misma función que para él otros cumplieron.

Siempre a la espera de su destino esquivo, Drogo pierde su vida observando la llanura desértica, los movimientos que cree percibir de tropas enemigas en camino. Como ironía del destino, cuando parece llegado el verdadero momento del ataque contra la fortaleza (el lector quizá crea que tampoco éste será el definitivo, que nunca lo habrá) debe partir por causa de una grave enfermedad.

¿Cuál es el tema que se esconde detrás de este argumento? Lo ambiguo de la obra favorece multitud de interpretaciones, si bien es indudable que todas ellas deberán pasar por la idea de la postergación. La vida de Drogo queda empantanada a la espera de la venida de grandes acontecimientos a la altura de sus anhelos. Pero nada en toda la obra revela que realmente Drogo haga algo por ganarse esa gloria que desea. Los años transcurren y su pereza reduce sus aspiraciones a un órdago por el que renuncia a todo a cambio de la improbable y ansiada guerra con los tártaros. Entre tanto la cotidianeidad roe lentamente su existencia, vaciándola y convirtiéndola en un verdadero desierto.

Desde el propio título de la obra, Buzzati reclama nuestra atención para ese desierto que se extiende a los pies de la fortaleza Bastiani. Ese desierto, observado con metódica y obsesiva atención desde las murallas almenadas es un paisaje muerto, infinito y del que apenas llega noticia. Pero no menos desértica es la vida de Drogo quien a fuerza de observar el paisaje deshabitado no es capaz de reconoce en él su propia vida. De este modo, el desierto actúa como reflejo especular de la vida de los habitantes de la fortaleza. Su vaciedad, su inutilidad, su oportunidad perdida, todo ello se extiende a sus ojos sin ser visto, reflejando su propia vida y sus enemigos imaginarios.

Pero también se encierra en El desierto de los tártaros la idea del eterno círculo. En diversos pasajes claramente intencionales, Buzzati hace de Drogo el mismo actor para los nuevos oficiales que el que antes fueron para él Ortiz y otros. Ni su vida le ha aprovechado, ni su experiencia aprovechará al resto en una rueda demoledora que arrastrará a todos aquellos que no tengan la suficiente fuerza de voluntad para bajarse de ella. Y es realmente en esa lucha contra el destino que les aplasta, por la erigirse como árbitro del destino propio, donde se esconde la gloria que Drogo desea ver venir desde la llanura tártara.

Otro elemento más a tener en cuenta es el momento en el que esta obra fue escrita, mientras el lenguaje belicoso de Mussolini iba preparando a la opinión pública italiana para entrar en la Segunda Guerra Mundial. Al igual que los habitantes de Bastiani fundan su razón de vivir en la esperanza de un peligro cierto, la dictadura italiana, como todas, buscaba un enemigo allá donde fuera preciso, una amenaza que pudiera unir al país en torno al líder. Esa ficción trae inevitablemente el empobrecimiento espiritual de sus pueblos, un desierto en el que los mediocres pueden desplegar sus espejismos, al igual que le ocurre a la guarnición de Bastiani.

En su locura, Mussolini inició una guerra colonial en Etiopía que el propio Buzzati cubrió como reportero. Sin duda, la experiencia de las tropas italianas allí destacadas debió ser muy similar a la de los protagonistas de El desierto de los tártaros. Un enemigo esquivo en un paisaje ajeno y desconcertante que se presenta como una oportunidad de medrar en la carrera militar. Sin duda, los desérticos y pétreos paisajes etíopes sirvieron como modelo de referencia para las descripciones de la llanura tártara.

Es frecuente la referencia a Kafka cuando se habla de la obra de Buzzati. En particular, El desierto de los tártaros parece próximo a El castillo, otra fortaleza pero que siempre permanecerá vedada para el protagonista. Sin embargo, frente al pasivo y meditabundo Drogo, K. despliega todos los medios a su alcance para lograr ser admitido en el castillo. Explora cuantas opciones son posibles y nada parece hacerle ceder en sus esfuerzos. Su vida de acción no le garantiza el éxito, pero sí parece dotar de sentido a su existencia. Por el contrario, Drogo confía en la benevolencia del destino, se cree llamado a una alta gloria y tan sólo espera el momento de aprovecharla. Ni siquiera su inútil espera parece justificar su existencia.

Lo que sí pudo tomar Buzzati de Kafka es el tono general de la obra. El uso tan especial de la tercera persona, los símbolos y las autoreferencias, la atemporalidad de la trama y la economía de recursos a la hora de ir narrando la historia. Todo ello contribuye a que la lectura de El desierto de los tártaros se asemeje a un sueño con el que uno puede fácilmente identificarse, sentir una leve punzada en el estómago e interrogarse.

Pero no caigamos en la trampa. Este libro nos advierte de la necesidad de despertar, de vivir alerta, a la espera de las oportunidades que todos los días se nos muestran. Nos susurra en estruendosa mueca que salgamos a la calle, que nos lancemos a la vida; que nada de lo que dejamos pasar volverá. Así que, ¡hasta la próxima!


17 comentarios:

RebecaTz dijo...

Justamente acabo de comprar este libro en Alianza. Veo que hice una buena compra, Gww; con las posibilidades de interpretación y todo el simbolismo al que aludes, esta lectura debe ser muy interesante.
¡Un saludo!

Fuensanta Niñirola dijo...

Magnífico artículo, GWW! Has hecho una espléndida interpretación del libro. Me permito recordar a modo de colofón, la película homónima de Valerio Zurlini, (1976)con un gran elenco de actores: Vittorio Gassman, Philippe Noiret, Giuliano Gemma, Helmut Griem, Jacques Perrin, Francisco Rabal, Jean-Louis Trintignant, etc. que interpreta bastante bien la historia, ciñéndose mucho al libro de Buzzati.

Anónimo dijo...

Gww, yo lo leí hace un tiempo y no lo olvido. Me deprimió su lectura, esa sensación de no poder armar tu vida, esperando algo que nunca llega, pero creo que es por culpa de su forma de ver la vida.
Has hecho un estudio perfecto de este libro con mil interpretaciones.
Un libro que no pasa desapercibido
Un saludo
Teresa

mario skan dijo...

GWW: hace poco leí uno relatos del libro Los 7 mensajeros: el relato con el mismo nombre, siete pisos que particularmente me pareció una historia simple pero de una hondura total, tus palabras del primer párrafo expresan lo que pensé.
La verdad que conozco poco a los escritores italianos contemporáneos ( Calvino ) me estoy perdiendo varios Bufalino, Buzzati, Sada...
Conozco el título de esta obra porque es muy mentada, no hay escritor que no la haya mencionado por su calidad. Creo que se convierte en un imprescindible.
Muy buena la reseña, sobre todo la diferencia que haces con Kafka en lo que respecta a la trama.
Apunto la obra y saludos

Nada tienes de ética dijo...

y sigues husmeando en los blogs para copiar enlaces.

Vivian dijo...

De los últimos libros que has reseñado éste es sin duda el que más interés ha despertado en mí, haces referencia a Kafka, pero a mí, ese inicio llegando a un lugar donde sus habitantes se limitan a ver la vida pasar, la extrañeza de Drogo, para acabar formando parte de ellos, me recordó y muy mucho a la historia de Hans Castorp y su llegada y posterior integración al sanatorio/casa de reposo.

En cuanto pueda me paso por una librería y lo compro para leerlo, muchas gracias por la reseña.

Un abrazo

Gonzalo Muro dijo...

Andrómeda, espero con impaciencia ver tu reseña de este libro para saber qué te ha parecido.

Ariodante, gracias por la aportación cinematográfica, siempre ando algo perdido con las versiones en película de los libros. Saludos¡¡

Hola Teresa. Es cierto que El desierto de los tártaros no es la alegría de la huerta pero siempre se puede interpretar sobre qué no se debe hacer, y entonces el mensaje es algo más positivo, o al menos, se puede intentar. Pero es cierto que, en cualquier caso, queda un sabor agridulce tras su lectura.

mario skan, yo estoy como tú con los autores italianos (creo que sólo conozco bien a Baricco pero no sé si es muy representativo). Espero que te guste este libro cuando lo leas; como dices, a mí también me parecía "algo que había que leer" y resulta que ha merecido la pena.

Nada tienes de ética, siento que ésa sea tu opinión.

Vivian, gracias por la referencia a La montaña mágica, no había caído en que efectivamente hay algunos paralelismos que pueden ayudar a ilustrar la historia y darle otra perspectiva.

Un saludo a todos.

Josebla dijo...

No lo he leído ni conocía a Buzzati, pero me has tentado con tu reseña. Una sugerencia, GWW, a ver si te sirve: yo en "etiquetas" además de Narrativa pondría Buzzatti, así aparece junto a los otros nombres en el conjunto de etiquetas. Así es más fácil de encontrar cuando alguien llega a tu blog y busca algo, o quiere ver sobre qué escribes. Si entra en "narrativa", allí hay más de sesenta entradas, y es posible que no llegue a encontrar esta entrada, o le gane la pereza y desista de verlas una por una.
Bueno, es una sugerencia mía. Un gusto pasar por tu blog. Saludos

Jordi Guerola dijo...

Fantástico blog, te sigo. Cuando hace poco pensé en hacer un blog contando los libros que me iba leyendo, tenía la ilusión de que llegara a ser como el tuyo. Aún me queda.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Fue uno de los mejores libros que he leido. Muy buena reseña.

Vergónides de Coock dijo...

Tengo que confesar que no he leído tanto. Suerte.

Erick Abanto López dijo...

Saludos GWW. Soy de Perú. He leido tu blog (espero que leas el mío, tambien). Quisera poder hablar con usted de Literatura, de cosas así. Quiero publicar y no sé como. Respondame a mi e-mail o a mi blog. gracias

Gonzalo Muro dijo...

Hola Josebla, gracias por tu comentario, espero que te guste este libro si tienes la oportunidad de leerlo. Lo de los tags que comentas lo he pensado alguna vez y de hecho lo hago con los libros del mismo autor cuando he comentado varios (creo que tengo uno sobre Auster, otro sobre Sacks, otro sobre Punset, Mendoza y no sé si Baricco). La verdad es que es buena idea. Como tengo que cambiar la apariencia del blog en algún momento de este año, creo que será el momento para ese cambio.

Estonete, gracias por tus palabras. Ahora me pasaré por tu blog, te aseguro que lo único que tienes que hacer es resistir, la tentación del abandono siempre es muy grande. Un abrazo.

Loslibros, gracias también a tí por tu comentario. Sí que es un buen libro, da bastante que pensar y eso es un auténtico regalo.

Basurero Usurero, si te fijas en mi ritmo de reseñas verás que tampoco es que lea tanto, más bien poco, así que trato de aprovechar lo que puedo.

Erik Abanto, te visito ahora mismo en tu blog y me cuentas.

Un abrazo para todos.

Gonzalo Muro dijo...

Hola Iván, rebuscaré en mis archivos a ver si encuentro digno para presentar (e invitaré a que participen varios conocidos aficionados a la fotografía). Mis mejores deseos para vuestro concurso y el trabajo que hacéis desde Libros y Literatura.

Un abrazo.

hoangho dijo...

Gran crónica y gran blog. He leído algunas de libros que a su vez yo he leído y me parecen acertadas y magníficas. Me permito poner este enlace del desierto de los tártaros en mi blog. Gracias.

hoangho dijo...

http://hoanghoat.blogspot.com.es/2013/01/el-desierto-de-los-tartaros-dino-buzzati.html

te dejo el enlace, GRACIAS una vez más.

Gonzalo Muro dijo...

hoangho, gracias por tu visita y comentario. Una gran novela ésta, sin duda.

Abrazos.