25 de enero de 2025

Encuentros entre libros (Stefan Zweig)


 

La literatura, esa mágica ventana al alma humana, encuentra en Stefan Zweig a uno de sus más apasionados defensores. En Encuentros entre libros, el genio austríaco nos invita a una travesía única por su universo literario, una mezcla de veneración y análisis que coloca al libro como el vehículo supremo del conocimiento y la emoción. Esta obra no es solo un compendio de ensayos; es una declaración de amor al acto de leer y escribir, que nos lleva desde los grandes nombres como Goethe o Mann hasta los ecos de cuentos infantiles y leyendas universales. ¿Qué significa realmente vivir sin libros? Zweig no solo lo reflexiona, sino que nos lo muestra con la intensidad de quien no podría concebirlo.


La editorial Acantilado continúa con su loable iniciativa de traer a nuestro idioma y lectores actuales la totalidad de la obra de Stefan Zweig, bastante abandonada en esta lengua hasta fechas recientes y ahora hiper publicada con denuncias cruzadas por derechos de traducción, reproducción y demás.

Encuentros con libros forma parte de este empeño y solo podría entenderse a su amparo. El volumen recoge una selección de la amplia obra escrita del autor austríaco reseñando obras ajenas, introducciones a libros de otros escritores, amigos o no,  prólogos, o escritos sobre la importancia de los libros.

Este material tan heterogéneo y desigual ofrece una visión inédita de Zweig que nos acerca a su figura desde una perspectiva totalmente inédita. Cómo veía las obras de sus contemporáneos o qué valoraba en éstas y, por tanto, cuáles eran sus principales valores estéticos e intelectuales en la apreciación de la obra ajena que, de algún modo, deberían verse reflejados en la propia.

Para Zweig la cultura, entendiendo por tal las letras, la música y el arte, eran el sustento espiritual del hombre. Y este sustento nos llegaba fundamentalmente a través de los libros, de ahí lo acertado de la selección del título de este compilado. Porque para Zweig lo que viene a distinguir al hombre de la bestia es esa capacidad de emoción a través del espíritu, la sublimación del intelecto a través de las letras o las imágenes o notas musicales, estímulos para los que se precisa de una formación y capacitación previa.

En dos de los ensayos aquí recogidos, sin duda los más sustanciosos de todo el volumen, se reflexiona sobre esta idea central del pensamiento de Zweig. Así, El libro como acceso al mundo y El libro como imagen del mundo son la cara y cruz de su ideario. Porque los libros, la obra escrita son el perfecto reflejo, la expresión máxima de lo que el mundo es, de manera que podemos afirmar que todo lo humano se encuentra recogido en los libros y estos reflejan, y así deben hacerlo, esa realidad que, de otro modo, nos resulta más inaprehensible. Pero, al mismo tiempo, los libros son el medio de acceso al mundo, cosa lógica si estos son el reflejo de aquél. Por tanto, la palabra escrita es el modo a través del que obtenemos el conocimiento de una realidad que previamente ha sido condensada por nuestros antecesores y coetáneos en sus obras.

En estos textos Zweig nos narra la sorprendente historia del camarero analfabeto de un crucero que le lleva por el Atlántico que le pide que obre como mediador para leer la carta de su enamorada. Zweig se pregunta cómo puede ser la inaudita vida de alguien que no conoce el mundo a través de los libros, que vive a través de lo que sus sentidos, sin filtro estético alguno, pueden informarle. El desconcierto absoluto del escritor queda patente en sus reflexiones al respecto.

No olvidemos que Zweig es el autor de Magallanes, un libro en el que narra la gesta del navegante, tomando cuanta información precisa de libros, sin plantearse la necesidad de experimentar una parte de lo que su biografiado vivió o sin tratar siquiera de ponerse en su lugar más allá de un punto de vista metafórico. Queda claro que para Zweig la experiencia viva es irrelevante al lado de la vivencia que logra a través de los libros.

 

 

Tampoco nos debe extrañar por tanto que, entre reseñas y comentarios a libros de amigos y protegidos como Joseph Roth, también haga su aparición Mahler o El malestar en la cultura de Freud, todos ellos ilustres vieneses, junto a comentarios sobre el Emilio de Rousseau. Y es que para Zweig la escritura no es un mero divertimento o un medio de experimentación vacío. En el escrito aquí recogido sobre el Ulises de Joyce se muestra de un lado escéptico sobre si este libro puede encuadrarse en la novelística como género y le otorga poco recorrido en la historia de la Literatura, si bien, de otro lado, solicita respeto al autor, no nos engañemos, aquí puede jugar el corporativismo, no olvidemos que Joyce residió largo tiempo en la austríaca Trieste, residuo de ese tiempo imperial del ayer, y que el propio Zweig pronto vería cómo sus obras eran acusadas de degeneradas, aquello que más podía aterrorizar a nuestro autor y que sus libros pronto arderían en las hogueras de Bebelplatz. Así también es sobrecogedor su comentario sobre la mejor obra de las letras alemanas recientes, Carlota en Weimar de Thomas Mann, que tiene la desgracia de haber sido prohibida en Alemania, precisamente el país en el que mejor habría de ser comprendida.  

Pero sigamos adelante con estos treinta y cuatro escritos que el editor ha considerado adecuado recoger de manera temática antes que cronológica. La materia es casi tan variada y amplia como lo es la curiosidad del autor austríaco. Así, tenemos una introducción a las obras de Goethe, una figura central en las letras alemanas, otro omnívoro libresco que, sin embargo, tenía una vena más aventurera y empírica que Zweig. Y pese a ello uno cree que nuestro autor sueña de algún modo con poder llegar a emular al genio alemán. Por si acaso, también tenemos otros escritos sobre luminarias menos cegadoras como Heine, Rilke o el agrio Kleist, otro autor admirado también por el contemporáneo Franz Kafka, un prófugo de la vida social con una fuerza literaria que querría tomar como modelo.

También se aprecia el gran influjo de otras literaturas, especialmente la francesa con escritos sobre Flaubert o Balzac, y rusa en especial Dostoievski. Sorprende la aparición de Whitman, tal vez algo ajeno a la tradición literaria centroeuropea, lo que viene a poner de manifiesto ese interés inagotable de Zweig por todo lo impreso.  

Pero no solo de alta literatura vive el intelecto, también en el recuerdo de las primeras letras infantiles encuentra motivos de gozo, redescubriendo obras de los hermanos Grimm o Verne. No olvidemos que para Zweig el libro es siempre útil, puerta de la percepción del mundo. Y ésa es la medida de su valía, siempre y cuando se exprese de manera estéticamente hermosa. Por esto mismo, veremos aparecer en estas páginas Las mil y una noches o las obras de Rabondranath Tagore.

El problema con el que se encontrará el lector será que no podrá contrastar muchas de estas opiniones con referencias propias. Gran parte de los autores reseñados y comentados son ajenos a nuestros días y geografía. Otros, como Goethe, Kleist o Heine parecen algo alejados en el tiempo.

De lo dicho hay que concluir que este libro, por sí mismo, no es sino un regalo para los fanáticos de la obra de su autor, para quienes quieran completar un conocimiento casi enciclopédico sobre el mismo. También se revela como un perfecto complemento a la lectura de El mundo de ayer, esa especie de autobiografía, tanto del autor como del tiempo que añoraba en ese perpetuo pensamiento de que cualquiera tiempo pasado siempre fue mejor. 

 

16 de enero de 2025

Los juicios de Rumpole (John Mortimer)





Horace Rumpole no es solo un abogado; es un personaje inolvidable, un hombre de toga y peluca que en los tribunales del Reino Unido encuentra la verdadera esencia de la vida. En Los juicios de Rumpole, John Mortimer despliega un mundo de ironía, humor y humanidad, donde cada caso es un reflejo de nuestras pasiones, miserias y convicciones más profundas. Acompañar a Rumpole en su andadura por los tribunales es mucho más que leer sobre leyes: es una lección de vida vestida de fino humor inglés.


 

Los juicios de Rumpole es el segundo volumen de la colección de relatos publicados por John Mortimer tomando como referencia la figura de su padre, un portentoso abogado, y sus propias experiencias en los Tribunales del Reino Unido.


John Mortimer (1923-2009) fue un notable jurista consagrado a la defensa de la libertad de expresión, labor en la que tuvo que emplearse a fondo como abogado de clientes como los Sex Pistols o de la revista satírica británica Oz, en cuya campaña de defensa también participó John Lennon, publicando su canción Do the Oz y God Save Oz.


Pero la vida de Mortimer, por fortuna para los amantes de la buena literatura, no quedó limitada a su faceta jurídica. Ya durante la Segunda Guerra Mundial fue excluido del servicio en primera línea por sus problemas de visión y pulmonares, lo que le llevó de manera indirecta al programa militar dedicado a la producción de documentales que trataban de enardecer y fomentar la resistencia de los británicos. Su labor como guionista le familiarizó con un medio al que volvería en el futuro.

 

Precisamente, su experiencia en la Crown Film Unit le sirvió de inspiración para su primera novela y, posteriormente, debutó en la BBC con un serial en el que dramatizaba otra de sus novelas. El siguiente paso fue su colaboración como guionista en diversos guiones para la radio o televisión, lo que le apartó de su carrera novelística. En 1975, su guión para un capítulo de una conocida serie británica, vió nacer a Horace Rumpole, el personaje que terminaría por tener su propia serie, una de las más longevas y reconocidas de la televisión pública británica.


Precisamente, Mortimer tomó estos guiones como base para la posterior elaboración de relatos que fue publicando sucesivamente, tras cada una de las temporadas de la serie televisiva. Se trata, por tanto, de un caso excepcional, en el que la obra literaria es resultado de un éxito televisivo previo.


Aquí nos centraremos exclusivamente en los relatos dejando al margen los correspondientes capítulos televisivos, disponibles para quien lo desee en Youtube. Y lo primero que se debe destacar es el tono ligero que adopta el autor, en línea con la larga tradición británica en lo que ha venido a denominarse de una manera algo vaga y genérica como humor inglés, pero que no consiste en otra cosa que aceptar como naturales hechos que, para otros ojos, podrían resultar inquietantes. Así, este estilo permite desgranar una profunda crítica social sin derribar los cimientos en que aquélla se basa, pero ayudando al lector a cuestionarse cuanto acontece y extrapolarlo más allá del libro y su argumento.


Rumpole es un letrado obeso, entrado en la madurez, tan preocupado por las leyes como por las tinajas de vino que consume con generosidad junto a otros compañeros de su prestigioso despacho, para disgusto de su esposa, Hilda, "ella, a la que se debe obedecer" tal y como el temeroso Rumpole la nombra. Hilda era la hija del fundador del bufete y Rumpole un prometedor abogado con una carrera brillante que parecía asegurarle el papel de próximo director del despacho, aupado además por el matrimonio con la hija del jefe. No obstante, la desidia para los asuntos de la vida cotidiana, una pereza endémica para algo que no se a rugir bajo una peluca bien bañada en polvos de talco y una falta absoluta de ambición, truncan los planes de la esposa laboriosa.


Porque la vida para Rumpole es aquello que se ve y aprecia en la sala de un tribunal, es lo que resulta de los interrogatorios que todos sus oponentes temen, Rumpole interrogando es como una apisonadora a noventa kilómetros por hora tal y como aseguran sus rivales. Lo que ocurre en la sala de juicios y lo que queda reflejado en autos es lo único que importa. Y las lecciones que extrae desde el estrado son las que aplica para comprender la vida que se extiende más allá de la puerta del Old Bailey, el viejo Tribunal Penal del Reino Unido.  


Rumpole se enfrenta a sus casos con una mezcla de la pericia deductiva de Holmes y una intuición y conocimiento del alma humana propias del padre Brown. Y así, es capaz de olisquear cualquier duda de su interrogado, cualquier aleteo apenas perceptible de sus fosas nasales delatando el punto exacto al que Rumpole se lanzará a degüello.


Entre sus firmes e inquebrantables convicciones se encuentra la de la presunción de inocencia, esa creencia que exige que no solo se condene al culpable, sino tan solo a quien puede ser acreditado como tal mediante un proceso que garantice los derechos del acusado. Y es en esta figura algo anticuada, en este cándido ideario, en el que vemos asomar al Mortimer letrado, al que tanto preocupa esa tendencia por la que los fines parecen justificar los medios, en la que se ve el proceso como el medio formal para dictar una resolución cuyo contenido se conoce de antemano, por la que cada garantía ganada a los señores medievales, a los monarcas y a los dictadores, es cuestionada en cualquier procedimiento por bajo y ruin que sea el acusado.

 

 

Pero no debemos temer que estos relatos sólo interesen a quienes tengan cierta predilección por las películas de abogados y todas sus variantes. Antes bien, esta parte del argumento solo sirve para reflejar los pensamientos de un Rumpole que en su vida civil asume otros retos, más domésticos, pero siempre igual de desafiantes.


Los relatos recogidos en este volumen se corresponden con los episodios de la segunda temporada de la serie (1979) y tratan cuestiones tan diversas como la fe, el amor verdadero, las apariencias y el juego de la identidad o incluso el ocaso profesional. En todas ellas la trama jurídica se acompaña de una historia relativa a familiares o compañeros profesionales de Rumpole, complementándose de manera perfecta, abordando cada tema desde una perspectiva doble. Podemos asistir al proceso por el que Rumpole alcanza las conclusiones para su vida de lo que aprende en el tribunal, y cómo éste no hace sino actuar como remedo de la vida, como escenario de pasiones amortiguadas por las alfombras y togas que, en otro contexto, rompen las vidas de cuantos amamos.


El estilo de Mortimer es ágil y plagado de ironías y contrasentidos que hacen de su lectura un auténtico placer. Las seis historias aquí recogidas terminan sabiendo a poco, en el convencimiento de que los tribunales y la complicada vida de los colegas de Rumpole tienen aún mucho más por ofrecer. Para satisfacer este ansia, tenemos la primera colección de relatos (Los casos de Horace Rumpole, abogado), publicados también por Impedimenta en el mismo año, 2018, y la esperanza de que la editorial aborde la publicación sucesiva del resto de títulos. Esta edición cuenta con una traducción hermosa de Sara Lekanda Teijeiro y una edición impecable como es marca de la casa en Impedimenta.


Resta solo preguntarse qué es lo que explica que este tipo de literatura, de la que tanto se disfruta fuera de las Islas Británicas, no tenga reflejo en ninguna otra geografía. Cuál es la razón por la que obras literarias o incluso películas y series con ese sello inconfundible no hayan creado un género universal, al menos occidental, más allá de su nación de origen. El único motivo que puedo encontrar es la falta de interés por conservar ritos y formas del pasado, una querencia no muy bien entendida por la modernidad que es confundida en ocasiones con el mero derribo de símbolos en lugar de por la sustitución del valor que atribuimos a estos para su continua actualización y vigencia. Así, las pelucas de los letrados ingleses nos inspiran sonrisas y burlas, sin perjuicio de que sintamos una punzada de envidia por nuestra disociación con un pasado que, aunque no compartamos, debemos aprender a cuestionar y valorar, no a esconder para simular que nunca existió. Rumpole, el epígono de una larga tradición es la prueba de que ambos aspectos no tienen por qué estar en contradicción.

 

 

 




7 de enero de 2025

La materia oscura - Trilogía Completa - (Phillip Pullman)

 


 


¿Qué tienen en común un universo infinito de mundos conectados, osos acorazados, daimonions que reflejan el alma y una guerra cósmica entre lo divino y lo terrenal? La materia oscura de Philip Pullman nos invita a explorar estos enigmas en una trilogía que desafía los límites de la imaginación, el pensamiento metafísico y los dilemas morales. A través de las aventuras de Lyra, descubrimos un multiverso que pone en jaque nuestras ideas sobre el poder, la libertad y el espíritu humano. Pero, ¿es todo esto una reflexión sobre nuestra propia naturaleza?
 

 

El gnosticismo es un movimiento religioso con orígenes confusos pero que alcanza su esplendor con el inicio del Cristianismo, tomando una mezcla de platonismo, judaísmo, enseñanzas orientales y todo cuanto queramos adicionarle puesto que poco o nada se conserva de sus textos sagrados, al haber sido considerada una corriente herética en torno al siglo III d.C. por los padres de la Iglesia. De este modo, lo único que podemos conocer de manera cierta es lo recogido en los escritos de quienes persiguieron la herejía y escribieron contra ella, más allá de algunos textos descubiertos en este siglo y que parecen aportar más sombras aún que certezas.


No es por ello de extrañar que sean textos de personajes tan dudosos como Aleister Crowle, cuyo principal mérito es el de haber servido de inspiración a Jimmy Pae, los que hayan contribuido a popularizar esta creencia nuevamente en nuestros días junto a un aderezo de New Age y otras tantas creencias sectarias en el mejor de los casos.


Sin ánimo de abordar un tema que me excede, y tan solo a los efectos de poder entrar en la reseña de los libros que aquí traigo, podremos decir que el gnosticismo sostiene que lo que venimos conociendo como Yahvé o Dios, no es sino un demiurgo, una especie de Ángel Caído, que a espaldas de Dios crea el mundo, la materia para oponer al Espíritu puro que es la verdadera divinidad. La materia es aquello que atrapa el espíritu, que nos envilece y aparta de nuestra pequeña brizna de divinidad. En estas ideas el hombre no se salva por la redención de los pecados y la muerte de Jesucristo, no se redime por su fe, tan solo puede salvarse a través del conocimiento (gnosis) introspectivo, por el misticismo que nos aleja de la materia y acerca a la verdadera esencia. Así, podemos ver la figura de la serpiente tentando a Eva como una realidad muy diferente, el modo en el que Cristo, en la forma de serpiente, tentó a Eva y ésta come del Árbol de la Sabiduría, del fruto prohibido que Dios, el demiurgo malvado le había negado. Comido el fruto y alcanzado el conocimiento de la verdadera naturaleza del hombre, Dios se enfurece ya que pierde el poder sobre este objeto de la creación. Así, expulsa a Adán y Eva del Paraíso, los trae a este nuestro mundo lleno de materia, de cuerpo y vicio en el que trata de hacer olvidar ese conocimiento al que solo algunos pueden llegar de manera muy excepcional.


Y bien, ¿qué tiene que ver toda esta charla, metafísica o religiosa con estos libros? La materia oscura es una trilogía escrita por Phillip Pullman, conformada por tres volúmenes (La brújula dorada, La daga y El catalejo lacado) publicados en España por Editorial Roca y traducida por Dolors Gallart y Camila Batllés. En ellas, narra la historia de Lyra, una niña que resulta ser el eje central de una lucha a muerte entre los partidarios de la Autoridad, un trasunto de la iglesia, de cualquiera de ellas, en su afán por alejarnos de lo divino que habita en nosotros, y las fuerzas de Lord Asley, supuestamente pretendiendo liberar al hombre de esa opresión, volcado en la creación de una República de los Cielos.


La obra se despliega en un multiverso cuyos puntos de escape y conexión están desestabilizando todo el sistema, esparciendo por todos los mundos figuras tan etéreas como el polvo, los espantos o las semillas de los árboles de los mulefas. Este multiverso y sus conexiones son ya tratadas en muchas otras obras como El hombre en el castillo de Philip K. Dick, pero las verdaderas fuentes de inspiración de Pullman se encuentran en obras como El Paraíso Perdido de Milton, pasado en algunos aspectos por la visión poética de William Blake, o Las crónicas de Narnia, de C. S. Lewis con quien comparte el público objetivo o algunos aspectos de la trama, y de la que difiere en la concepción metafísica y religiosa que subyace en ambas, al decir de los expertos.


En el viaje de Lyra por los diferentes mundos y, en suma, por su propio proceso madurativo, se encontrará con seres fantásticos como los giptanos, los mulefas, los osos acorazados, los ángeles o las brujas. Pero tal vez nada más fantástico que los daimonion, personificación en el mundo de Lyra del alma, una especie de alter ego físico y corpóreo que, a modo de animal, acompaña a su humano, dialoga con él y apenas pueden separarse unos metros sin padecer un sufrimiento indecible, tan fuerte e invisible es el lazo que les une.


Estos daimonions tienen aspecto cambiante en tanto el humano sea joven. Pueden resultar gatos salvajes, pequeños insectos, espléndidos peluches que den calor, pájaros cantarines, cualquier forma que refleje las necesidades y deseos de su humano. Sin embargo, según el niño madura, su daimonion pierde esa versatilidad, la capacidad de adaptarse, y queda fijado en una forma que representa, de alguna manera, el alma, el espíritu definitivo de su humano.


No desvelaré aspecto alguno de la trama de las novelas ya que resultan bastante complejas con diferentes hilos argumentales que se entrecruzan en uno o diversos mundos. Baste decir que, como libro juvenil su historia puede resultar interesante, entretenida, igual qué otros tantos libros del estilo. Sin embargo, es seguro que muchas de las alegorías en las que se basa todo el entramado quedarán veladas para este lector, igual que para mí seguro que han quedado otros tantos aspectos. Por contra, para un adulto, tal vez pueda resultar interesante el trasfondo metafísico pero algo alejado el atractivo del argumento, excesivamente infantilizado en ocasiones, fantástico de un modo excesivamente simple. Por eso, pese a ser un estupendo esfuerzo narrativo, a la brillantez de su planteamiento, su fuerza imaginativa y la valentía en las ideas que despliega, no terminó de acertar con el público que pudiera estar plenamente satisfecho con la lectura.

 


 


Los personajes fantásticos de El señor de los anillos parecen estar dotados de un mayor peso específico, tal vez también los de Las crónicas de Narnia. Figuras como los osos acorazados no terminan de parecer necesarias más allá de una demanda por aportar personajes imaginativos. Pero donde sí parece estar más dotada la obra de un sentido literario es en la construcción de algunos personajes, en especial la señora Coulter o Lord Asriel, siempre dudosos en sus propósitos, nunca bien claro de qué bando están y si ayudan a Lyra o se sirven de ella. Lo mismo ocurre con algún otro personaje, añadiendo un interés adicional a las novelas, lo que sumado al trasfondo religioso comentado no es poco bagaje.


Pero equivocado debo estar sin duda, puesto que la obra ha recibido numerosos reconocimientos como el premio Golden Book Award otorgado por los padres de familia. También ha sido adaptada cinematográficamente una parte del primer volumen, si bien, entiendo que no con un éxito claro al no tener secuela hasta el momento.


En su intento por replicar El Paraíso Perdido de Milton y la titánica descripción de la lucha entre Dios y Satán, desde el propio prólogo, Pullman anuncia su deseo de reescribir esta lucha de modo que sea el Diablo quien se alce con la victoria. Ante esta afirmación no faltan las voces que tachan a sus escritos de ser una obra que trata de pervertir a los jóvenes, de alejarles de la Verdad, de ofrecerles un vacío individualista y la total ausencia de valores. Demasiados anatemas para una obra que, por contra, ha recibido elogios del arzobispo de Canterbury, quien ha asegurado que debería formar parte de los programas de educación religiosa de las escuelas. Claro que, un clérigo de la herética Albion, que puede casarse y procrear, tampoco será muy de fiar en estos asuntos.


En suma, estamos ante una obra que puede entretener sin duda y que, además, conociendo algo de los entresijos en los que se basa el autor, disfrutaremos trazando los paralelismos con nuestro mundo, de modo que también éste pueda convertirse en uno más de los que nutren La materia oscura. Aunque Pullman ha escrito otros libros que adornan los bordes de esta historia completándola, la esencia está en esta trilogía que puede ser un buen punto de partida para quien quiera adentrarse en esta interesante visión del mundo y de la Literatura.