Mostrando entradas con la etiqueta Hans Traxler. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Hans Traxler. Mostrar todas las entradas

9 de agosto de 2021

La aventura formidable del hombrecillo indomable (Hans Traxler)


 Para Maitane y David



Estamos sentados tomando el aperitivo y David me reprocha no haber publicado ninguna reseña sobre La aventura formidable del hombrecillo indomable. Trata de retar a su hija para ver quién recuerda mejor el comienzo del libro, y así abren el reto de ver quién de los dos es capaz de recordar más líneas del libro, y aunque no se ponen de acuerdo en si las frases que dice el otro son las correctas o no, lo cierto es que no tengo dudas, Maitane, ha superado a su padre con total seguridad. En los cincuenta años que cumple hoy David,  la memoria ha pagado algunas facturas aunque no para olvidar a sus buenos amigos y las mejores historias vividas con ellos. 


Y yo también trato de recordar cómo, hará unos tres años, David me enseñó el libro en su casa y le hice una foto para no olvidarlo porque, según me aseguró, era el mejor libro del mundo. Y al verlo, creí que sería una buena opción para Pablo, poco amigo de la lectura. Claro es que en estos tiempos de virus, mi hijo parece vacunado contra ese tipo de vicios, espero que también lo esté contra otros que pronto le llegarán en su casi preadolescencia. Y, pese al poco éxito de la recomendación, sigo pensando que La aventura formidable del hombrecillo indomable es el libro perfecto para él.  



Porque nada mejor para su imaginación desbordante que la historia de un hombrecillo que un verano encontró una esponja a mano y cuando nadie lo miraba, la estrujó a ver qué pasaba. Y lo que pasó es que, como toda esponja, soltó agua, agua y más agua, hasta inundar todo cuanto se ve. Y el hombrecillo después de haberla liado, debe pasar por infinidad de calamidades y emprender un viaje, una huida, un sálvame la vida. Para ello  pasará de un tonel a una cama, volará colgado de un hidroavión o de una bandada de gallinas, dormirá con un castor y visitará la China, lejana pero no tanto como la luna por la que también se asomará. Bajará a la profundidad del mar agarrado a un delfín y conocerá a un ratón gigante o entrará en el interior de un cráter a punto de reventar, y así hasta volver a empezar.

 

Porque, para el hombrecillo indomable, la vida es una aventura formidable, una sucesión de hechos que asume con la plena consciencia de que todo puede suceder y de que su papel es vivir contra todo y pese a todos, disfrutar de cada hermoso momento mientras dure y por eso, deberá saltar de un bote con un cocinero tan gordo que amenaza con hundirlo, a una cama flotante en la que, sin más preámbulos, sin preguntarse qué hace allí, aprovechará para echar un sueñecito reparador.



El autor de esta joya es Hans Traxler que, como no podía ser de otra manera, nació en  la República Checa en 1929, esa tierra en la que los autores que gozan de presentar lo absurdo como verídico forman un género aparte en la Literatura. Las tribulaciones del hombrecillo indomable recuerdan a las peripecias centrípetas de K, (otro personaje sin aparente bautizo nominal) en torno al alcaide del castillo. Pero también, el hombrecillo nos remite al soldado Svejk, otro personaje aparentemente invisible, solo preocupado por frecuentar a las camareras del Ú Kalicha y su formidable cerveza, dispuesto a dejar pasar la vida por delante de sus narices pero, por ello mismo, sorbiéndola a borbotones. Y podríamos seguir con Hrabal y los protagonistas secundarios, tan poca cosa, tan alejados del arquetipo heroico, pero tan heroicos como un Hércules o un Odiseo del siglo XX.


Y esta obra se enmarca dentro de esa tradición de irreverencia y sátira, de hombrecillos enfrentados a un mundo que les desborda y supera, pero al que se enfrentan con su simpleza o su grandeza, de manera indomable. Porque en este mundo de grandes dramas y desastres que cruzaron el mapa europeo del siglo XX, solo esos hombrecillos pudieron poner cordura y hacer valer esa dignidad que algunos quieren hacer perder a todo John Doe que se preste.

 

 


 

Traxler  tuvo que abandonar la República Checa al poco de concluir la Segunda Guerra Mundial, en parte por pertenecer a la minoría germana y, en parte, por las mejores oportunidades laborales para un dibujante satírico como él. En Alemania colaboró con diversos medios publicando tiras cómicas, sátira política e ilustraciones para libros infantiles. Incluso en este último campo mantuvo su irreverencia y la fina ironía de sus trabajos para adultos. Para este libro acompañó las ilustraciones con una breve línea por página, en rimas pareadas, logrando así un tono más cómico y ganándose la admiración de los pequeños para quienes fue destinada la obra inicialmente.


No caeré en la tentación de asegurar que este pequeño libro con ilustraciones y escasos sesenta versos es realmente el epítome de la crítica social a un mundo absurdo que nos oprime. Tampoco que es una lectura apta para adultos, que podrán regodearse en los dibujos y descifrar secretos  escondidos a los ojos de los niños. No, La aventura formidable del hombrecillo indomable es solo un libro para niños, que cualquiera puede disfrutar en la medida en que se ponga en el papel de quien fue niño en su día, de quien lo leyera y de adulto lo rememore. Y, visto así, es un libro espléndido, una historia admirable y formidable, lleno de pequeños detalles que fuerzan la sonrisa y de un texto amable que nos hace simpatizar con ese hombrecillo. Tampoco nadie se atrevería a decir que Hamlet sea una mala obra por no ser apta para niños. 



Este libro ha sido publicado en España por Anaya con traducción de Miguel Azaola, sin duda en un esfuerzo más que meritorio puesto que lograr mantener el ritmo de las frases sin caer en el ripio más básico puede no resultar fácil.      


Y sí, volvemos a Pablo ya que en su carácter se encierra la inagotable fuerza de la imaginación y la creatividad, pero también esa indomabilidad que acompaña a quienes no quieren seguir el surco de quién va por delante, y que tantos problemas nos traerá a sus padres en breve. Pero en ambas características se esconde la semilla de lo que, sin duda, terminará germinando en forma de un gran lector que encontrará su propio camino alejado de las recomendaciones paternas, libre de ellas. En fin, yo también tengo unas esperanzas indomables...


Y volvamos también a Maitane y David. Sin duda dos grandes lectores y, por tanto, espléndidos  recomendadores de lecturas. De Maitane espero su próxima sugerencia, una vez cumplida mi promesa de reseñar este libro. De su padre ya me llegaron en su día obras como Narración de Arthur Gordon Pym o más recientemente las de Terry Pratchett, además de aventuras vividas juntos, alguna de ellas casi tan formidable como la de nuestro hombrecillo.