24 de septiembre de 2006

Truman Capote. La biografía (Gerald Clarke)


“Se llora más por las plegarias atendidas
que por las no atendidas
” (Santa Teresa)

La vida de Truman Capote puede relatarse en torno al pensamiento de Santa Teresa. Su ansia fue siempre alcanzar el reconocimiento y la aceptación que de niño le negaron sus padres. Con su padre tuvo escaso trato y éste siempre terminaba en una decepción más grande que la anterior. Con su madre tuvo que vivir encerrado en habitaciones de hotel donde veía cómo mantenía relaciones con otros hombres o cómo llegaba bebida y maltrecha. Durante los años que pasó en la casa familiar de Monroeville con sus tías tuvo que vivir inmerso en las relaciones tormentosas que mantenían esas tres mujeres y su tío, y que tan bien reflejaría en “El arpa de hierba”.

Pero su afán de aceptación social y de poder económico, era común a su madre quien le enseñó y transmitió tales valores como objetivos vitales, sobresaliendo de la vulgaridad.; el estilo y la clase eran la clave para elevarse en busca de ese reconocimiento.

La madre de Truman alcanzaría el tan ansiado triunfo mediante el matrimonio con Joe Capote de quien Truman tomaría su apellido; pero la plegaria atendida no logró evitar que murieses alcohólica y destrozada por las continuas sospechas, más o menos certeras, de infidelidades de su marido y su posterior bancarrota. Truman no vio en ello el aviso y la premonición. Por aquel entonces su fama de escritor ya había cruzado fronteras, su ingenio, sus ocurrencias y, sobre todo, las compañías de las que gustaba rodearse (entre lo más selecto de la sociedad de la época) eran la prueba de que él sí lo había conseguido.

Su cima literaria llegó con “A sangre fría”, el espeluznante relato de un crimen en el interior de los Estados Unidos, sin motivo aparente y con una violencia gratuita sin igual. Truman no sólo trabó conocimiento con el entorno de las víctimas (llegó a convertirse en una figura local en Holcomb) sino que mantuvo una larga e intensa relación epistolar y presencial con los dos asesinos, llegando incluso a presenciar su ahorcamiento.

Pero, al mismo tiempo, el crimen permitió que contemplara el reflejo de lo que pudo haber llegado a convertirse. Uno de los asesinos (Perry Smith) era la viva imagen de lo que pudo haber sido Truman de no haber abrazado la religión de la Literatura, salvándole de algún modo. Sus infancias se parecían demasiado como para no sentirse aterrado y culpable por ello; alcohol, abandono, malos tratos, empujaron a Truman y a Perry por caminos diferentes, pero, al fin, Truman vislumbró una fina línea que le separaba del asesino de los Clutter.

Pero la Literatura que le había salvado hasta entonces, y que le dio (precisamente con esta obra) su gran triunfo, no le logró salvar de sí mismo. Exultante tras el éxito de “A sangre fría” pero dolido por el escaso reconocimiento de los críticos profesionales, se planteó llevar adelante un viejo proyecto (emulación de la obra de Proust “En busca del tiempo perdido”). Describir a la alta sociedad de su tiempo y dejar al descubierto su triste condición valiéndose de su privilegiado status de acompañante y bufón se le antojó como su mayor contribución al Arte. Nadie como él aunaba conocimiento y talento para llevar a buen fin esa obra que dejaría al mundo boquiabierto y supondría su consagración definitiva junto a los más grandes autores de todos los tiempos.

Los capítulos publicados de esta obra (“Plegarias atendidas”) supusieron la condena de Truman al ostracismo social y al alejamiento de los círculos por los que hasta ese momento se movía como centro de todas las atenciones y confidencias. El rechazo pasó a convertirse en norma de obligado cumplimiento para todos aquellos, criticados o no, que antes habían otorgado su confianza a Truman.

Desconcertado, creyendo que su talento estaba por encima del orgullo de sus amigos y despreciando su inteligencia (creyó que ninguno de ellos llegaría a reconocerse), vio cómo, poco a poco, su vida se iba convirtiendo en una farsa de sí mismo.

Su vida sentimental (siempre compleja) pasó a ocasionarle un sinnúmero de problemas al empeñarse en escoger a sus parejas entre hombres incapaces de valorar su obra, vulgares, física e intelectualmente quizá como forma de asegurarse un control sobre ellos (prueba de que la confianza en sí mismo comenzaba a fallarle). Sus borracheras y su continuo coqueteo con pastillas y drogas acabaron por convertirle en un asiduo de las clínicas para desintoxicación probando todo tipo de tratamientos contra el alcohol y otro tipo de adicciones.

Su triste final supuso la definitiva extinción de una voz propia en el mundo literario que, seguramente, pudo habernos dejado mucho más de lo que nos legó y que, sin embargo, aportó a la literatura de la segunda mitad del siglo XX un soplo de originalidad que basta para situarle entre los mejores autores de su generación.

La biografía capital de Truman Capote está escrita por Gerald Clarke. A lo largo de sus numerosas páginas construye el mapa genético del niño afeminado que lucha por hacerse un hueco en el mundo, pese a todos los obstáculos, y lo consigue. Nos describe el proceso creativo de sus primeros trabajos y las dificultades para dar con finales adecuados; su talento para la vida social y su afán por rodearse de mujeres con clase (al final de sus tiempos confesaría que la clase, como él la entendía, ya no existía, y que las nuevas clases privilegiadas sólo tenían dinero y carencia del mínimo estilo y clase. Nos describe sus relaciones íntimas, alumbrando la parte privada de su vida, de la que tanto dependía y que pudo ser la clave de sus últimos años.

El libro está escrito en la más pura tradición anglosajona lo que la convierte en seminovela de apasionante lectura, al tiempo que cuenta con una voluminosa anotación agrupada en sus últimas páginas, que sustenta la credibilidad del trabajo.

No todos los autores presentan una simbiosis entre vida y obra. En el caso de Truman Capote, y tal vez con la excepción de “Desayuno en Tiffany´s”, esa dependencia es total por lo que la lectura de esta biografía permite un nuevo acercamiento a la narrativa de Capote desde una nueva perspectiva.

¿Hubiera sido más feliz en el caso de no haber visto atendidas su plegarias y haber llevado una vida menos pública y brillante?. La respuesta que él nos habría dado sería, sin lugar a dudas, que no.

12 de septiembre de 2006

Allegro ma non troppo (Carlo M. Cipolla)


El siglo XIX vio la consolidación de las ciencias y, por extensión, del método científico. El prestigio del mismo, y la creencia de que permitiría el rápido desentrañamiento de los misterios de la Naturaleza, acabó por empujar a otros campos del saber a buscar una Verdad positiva e indubitada al tiempo que pretendían parte del prestigio que rodeaba a las ciencias exactas.
De esta manera nacen las Ciencias Humanas, resultado de la aplicación de métodos, terminologías, categorías, etc., tomadas de prestado en otros ámbitos. La Economía se poblaría de ecuaciones buscando reflejar así las pautas de la conducta humana, el Derecho se descompondría en categorías abstractas sobre las que se elaborarían muchas de las codificaciones de finales del siglo XIX, la Historia aplicaría métodos inductivos y así en un largo etcétera, se cimentaría este "pseudocientifismo" que, junto a numerosos e indudables logros, trajo consigo algunos problemas derivados de la aplicación de los métodos de las Ciencias a un objeto de estudio no tan propicio.

De estos excesos, toma el ilustre historiador y economista italiano Carlo M. Cipolla, sus argumentos para sostener tesis totalmente descabelladas pero perfectamente justificadas mediante análisis lógicos y coherentes en sí mismos.

Se recopilan en este breve libro dos "ensayos" publicados previamente a modo de folletos para consumo de amigos del autor, en los que da muestras de que su rigor académico puede igualmente, aplicarse a otros campos menos convencionales.

El primer ensayo hace de la pimienta el motor de la historia de la Humanidad, desde los egipcios hasta edades recientes. Los vaivenes en el comercio de la pimienta justifican las crisis demográficas, las Cruzadas y otros acontecimientos tradicional y erróneamente atribuidos a otras causas.

En este caso, se aplica a la Historia el método ya defendido por diferentes escuelas, según el cuál se parte de una hipótesis de trabajo y, a continuación se buscan los argumentos que justifican dicha hipótesis. Si dichos argumentos logran contrastar la hipótesis, ésta se tendrá por verdadera. Para no estropear la lectura, no desentrañaremos los argumentos esgrimidos por Cipolla.

El segundo ensayo utiliza las herramientas empleadas habitualmente en el campo de la Economía, tomadas prestadas de las Matemáticas, para demostrar que el número de estúpidos, tal y como señalaba ya la Biblia, es incalculable y que los estúpidos están más cerca de nosotros de lo que creemos. De manera amena, y convincente, el autor hace una demostración gráfica de una serie de leyes fundamentales de la estupidez humana tales como:

“Siempre e inevitablemente todos subestiman el número de individuos estúpidos en circulación”

“La probabilidad de que cierta persona sea estúpida es independiente de cualquier otra características de esa persona”

“El estúpido es más peligroso que el bandido”

Si bien es cierto que la extraordinaria ironía desplegada permite terminar la lectura con una sonrisa, queda un toque de amargor: si las conclusiones no fueran tan claramente un despropósito, ¿habríamos sido capaces de advertir la línea entre el fraude y la certeza? ¿Habremos dado por válidas verdades con argumentos tan peregrinos (y falsos) como los utilizados por Cipolla?

11 de agosto de 2006

El enigma de Colón (Juan Eslava Galán)

Vivimos en un tiempo en el que todo nuestro devenir queda documentado para la posteridad. Nuestro nacimiento, filiación, primeras vacunas, historial médico, académico, ingresos económicos, multas, empastes y un largo etcétera quedan grabados en los más variados registros. Nuestra capacidad de fabulación queda así mutilada por una realidad prosaica que priva de lustre a las vidas ajenas.

Sin embargo, cuando nos enfrentamos a hechos y personajes del pasado (mejor cuanto más remoto) el horizonte especulativo se abre progresivamente hasta dar cabida a las más absurdas teorías sustentadas con nulas pruebas y con razonamientos irracionales. A ello se une la moderna tendencia a considerar que la Historia debe reescribirse al estar manipulada por oscuros intereses particulares. De este modo, resulta más creíble que las pirámides de Egipto fueran construidas con técnicas aprendidas de visitantes de otros planetas que gracias al esfuerzo y sacrificio (humano) de una masa esclavizada. Así, toda una nueva "historiografía" es fácilmente vendible a un público ávido por descubrir que la Historia es algo muy diferente a aquello que les era enseñado en su juventud y que lo que tanto odiaban estudiar en su mocedad en realidad pudiera ser mucho más interesante una vez levantado el velo de la falsedad.

En este sentido, Eslava Galán pretende poner orden y concierto a los conocimientos sobre Colón y el descubrimiento, describiendo con gran regocijo para el lector, las disparatadas teorías que sobre los verdaderos descubridores de América ha habido, sobre los orígenes del marino o sobre sus verdaderos conocimientos sobre la existencia de una tierra interpuesta entre las especias y Europa.

América ha sido "descubierta" por vikingos, monjes irlandeses, fenicios, habitantes de Mauritania y Cabo Verde, templarios e incluso por los portugueses unos años antes que Colón pero prefirieron guardar el descubrimiento en secreto para no perjudicar su explotación comercial. Para empezar, Eslava Galán define descubrimiento como conocimiento de una nueva realidad, aprovechamientos de la misma y comunicación al mundo de su existencia. De este modo, navegantes circunstanciales que "pisaron" el continente americano sin ser conscientes de que se trataba de un nuevo continente y que lo tomaban simplemente por la prolongación del continente europeo, no gozan de la consideración de descubridores.

Eslava Galán también critica las visiones idealizadas del mundo precolombino que tratan de presentarlo como pacífico e inocente, imagen del Paraíso, sólo rota por la llegada del bárbaro europeo que esclavizó a los pueblos indígenas y los diezmó con nuevas enfermedades. La esclavitud y violencia eran rasgos propios de muchos pueblos americanos por lo que la llegada europea sólo rompió un equilibrio preexistente en el que la violencia, la guerra y el abuso de poder eran habituales.

Siendo esto cierto, sí cabe esperar una superación del excesivo eurocentrismo mayoritario. Igualmente, el concepto de descubrimiento debe ser superado; nadie opina que Iberia fuera "descubierta" por los fenicios.

El origen del marino genovés, pues ésta es la cuna defendida por Eslava Galán, resulta igual de interesante dado que se ofrecen alternativas varias, desde su origen de secano en un pueblo de la Alcarria a su ascendencia catalana, ibicenca, de Palma de Mallorca, portuguesa, judía, etc. Como se ha comentado anteriormente, la escasa documentación disponible (en comparación con nuestra sociedad informatizada) junto con las ambiguedades favorecidas por el propio Cristóbal Colón en sus relatos, correspondencia y diarios, así como las numerosas falsificaciones descubiertas favorecen la novelación.

El libro discurre desbaratando estas teorías, en ocasiones sólo presentadas como divertimento sin entrar siquiera a explicitar los argumentos peregrinos aducidos a su favor o en su contra y en explicar lo que el autor considera lo más probable a la luz de los autores más reconocidos y versados en la materia. Tras el descubrimiento, los hechos resultan más definitivos dado que abunda la documentación (documentos de colón, de marineros que lo acompañaron, de informes reales, memoriales, actas notariales, etc).

La imagen del Almirante resulta finalmente un tanto contradictoria. Por un lado, se ponen en duda su capacidad de cálculo marítimo que le llevaba a una errónea estimación de la distancia que separaba las nuevas tierras de Canarias. Igualmente sus mediciones sobre la distancia recorrida por las carabelas se muestra errónea lo que resulta sorprendente dado que llevaba una cuenta oficial para la tripulación y una propia resultando más fiable la primera, supuestamente amañada para confundir a la marinería sobre la distancia recorrida. Su pasión por el dinero le lleva a escamotear el premio prometido por lo sreyes al primer marinero que divise tierra o a pretender explotar las perlas de la isla Margarita sin el conocimiento de los reyes. Sus habilidades de gobernante también son puestas en entredicho. En definitiva, la polémica le acompañó durante sus últimos años que le vieron honrado por reyes, encadenado con grilletes, reconocido por un Papa o acusado de nepotismo.

Finalmente, ni siquiera sus cenizas reposan en descanso eternos sino que parecen repartidas por el mundo entero, pudiendo corresponder todas las "reliquias" existentes a las cenizas de toda la tripulación de su primera expedición a América, al igual que los restos de la Veracruz dispersos por el mundo podrían formar un pequeño bosque. Y la comparación no es ociosa puesto que incluso se llegó a estudiar su posible beatificación.

5 de agosto de 2006

Cuentos completos (Herman Melville)


El peso de la ballena blanca ha ocultado el resto de la obra de Melville. De sus relatos breves (no demasiados) apenas se tiene noticia en el panorama literario español fuera de Bartleby el escribiente y Billy Budd.

Este volumen cubre este vacío mediante la recopilación de los cuentos de Melville, alguno de ellos descartado por el propio autor y nunca publicados en vida, otros escritos como introducción a obras de terceros,
etc.

Resulta sorprendente la frescura de muchas de estas historias, tan alejadas del estereotipo de su autor, apesadumbrado por el mal, la culpa, etc. Así, nos encontramos con relatos de humor parodiando las crónicas de los corresponsales de guerra y de los héroes americanos; con relatos de ingenio, reflexiones en torno a la felicidad, sus orígenes y e modo de preservarla o la distancia entre éxito y fracaso en función del observador.

Igualmente, encontramos innovaciones en lo formal con relatos de estructura díptica en los que dos historias sin relación alguna en cuanto a su argumento se unen bajo un titulo común. Como no podía ser de otra manera, también la religión aparece en estos cuentos, si bien en este caso para denunciar el fundamentalismo puritano.

Incluso alguno de estos relatos prefigura en su estilo, el de autores posteriores como Edgar Allan Poe (en el caso del relato "El campanario") o incluso de Kafka ("Los ´gueses" recuerda a los escritos de Kafka sobre la gran muralla o "Yo y mi chimenea" en el que la chimenea es el verdadero protagonista de la narración).

La variedad de estilos, temas y argumentos presentados por Melville permiten una revisión completa de la figura de su autor, dando vigencia a su visión de la literatura.


30 de julio de 2006

La balada de la cárcel de Reading (Oscar Wilde)


Oscar Wilde pasó del reconocimiento y admiración pública a la reprobación social y la condena por conducta inmoral a trabajos forzados en el penal de Reading en un breve lapso de tiempo. Esta brusca caída acabó prácticamente con su obra literaria dado que desde su ingreso en prisión hasta su muerte únicamente escribiría dos obras relevantes. Una de ellas, escrita durante su segundo año de encarcelamiento es La balada de la cárcel de Reading.

La obra previa de Wilde caminaba entre el esteticismo propio del dandismo inglés de finales del siglo XIX, el ingenio mordaz y escandaloso de Wilde y el mundo ocioso de la clase alta británica.

Lo que escribió tras la sentencia penal nos permite "completar" el perfil de Wilde con cualidades como la sencillez en el estilo, la reflexión sobre el sentido y valor de una vida, sea la de un noble, un carcelero o un criminal y la naturaleza de las pasiones humanas.

La balada parte de un hecho real, el ahorcamiento de Charles T. Wooldridge, reo por el asesinato de su amante. Wilde destaca que, pese a lo horrendo del crimen, la prisión y el posterior ajusticiamiento de no es menos brutal. Los sentimientos, tanto del autor como del resto de reclusos ante la muerte de un compañero, se van desvelando a lo largo del poema que huye del trágico episodio para darle validez universal.

La métrica, la rima y el ritmo (en su versión original) ayudan a crear una sensación hipnótica, ayudada por la utilización reiterada de ciertas imágenes que hacen las veces de ligazón entre las diferentes partes del poema. Estos efectos logran transmitir la sensación opresiva, rutinaria y sin sentido de la vida deshumanizada de la prisión.

El poema ha hecho fortuna en la memoria popular a través de algunos de sus versos ("Aunque todos los hombres matan lo que aman.... etc). Sin embargo, los hallazgos son continuos en todo el poema; la contraposición de los pies del ahorcado con los pies de un bailarín ("Dulce es bailar al son de los violines/ cuando el amor y la vida son hermosos/.../ !pero no es agradable bailar en el aire/ con ágiles pies¡") o la descripción de la cárcel ("Con rejas emborronan la amable luna/ y ciegan el benéfico sol,/ y hacen bien en ocultar su infierno/ !porque en él se hacen cosas/que ni el hijo de Dios ni el hijo del Hombre/ debe ver jamás¡")

28 de julio de 2006

Crónicas desde Berlín (1930-1936) (Eugenio Xammar)


Hubo un tiempo en que periodismo y literatura podían ir de la mano. Un tiempo en el que una crónica reunía elementos tan variados como la corrección gramatical, la elegancia en el estilo, la descripción e interpretación de los hechos, la complicidad con el lector, etc.

Por contra, hay tiempos en los que leer una columna periodística sin encontrar faltas graves de ortografía supone un alivio para el espíritu.

Xammar, pertenece, sin duda alguna, a la primera categoría. Los artículos que se recogen en este volumen agrupan las crónicas enviadas por el periodista desde su corresponsalía en el Berlín de entreguerras, precisamente durante el periodo en el que el partido nazi está luchando por acceder al poder y la posterior instauración del régimen dictatorial.

Resulta sorprendente la clarividencia de Xammar a la hora de valorar y enjuiciar los acontecimientos. Se acostumbra a decir que para juzgar un periodo histórico es preciso dejar transcurrir un tiempo prudencial para tener una idea equilibrada y ponderada, no sometida a prejuicios o intereses propios de la inmediatez del momento.

Xammar demuestra que esta idea común no es válida en todos los casos. Pese a su clara implicación con los valores de la Segunda República española, y a su defensa de posturas ideológicas totalmente opuestas a las de Hitler, sus opiniones se basan exclusivamente en la valoración de los hechos. Así, no tiene reparos en defender que, en sus inicios, el régimen nazi tiene la legitimidad democrática que otros le negaban.

También sabe discernir claramente entre la palabrería de los discursos de los jerarcas del régimen y sus acciones, entre los discursos dirigidos al resto del mundo y los dirigidos al público doméstico.

Xammar también sabe valorar en su justa medida la incipiente legislación contra las minorías étnicas (judíos), religiosas (católicos) o las referidas a la protección de la raza aria a través de la esterilización de personas con deficiencias.

Entre reflexiones generales sobre la política, la guerra, las consecuencias de la paz, la manipulabilidad de las masas, etc, se nos va desgranando de primera mano la urdimbre terrible que supuso la creación y consolidación del régimen nazi. Asistimos perplejos a la progresiva eliminación de la oposición política sin mayores dificultades, al nacimiento del culto al líder, a la utilización indiscriminada de las técnicas propagandísticas de Goebbels, a las tensiones internacionales ante el rearmen alemán, la ocupación de Renania, el abandono de la Sociedad de Naciones, el acercamiento a la Italia fascista, etc. Y en todos los casos, las crónicas de Xammar tienen la perspectiva suficiente para aparentar estar escritas muchos años después de que ocurrieran estos hechos y no con la urgencia propia de su oficio.

Y ahora, sólo queda mirarnos a nosotros mismo y lamentar que, a diferencia de los lectores en los años 30 del diario "Ahora", no tengamos muchos equivalentes que nos permitan tener una visión más ajustada de un tiempo no menos incierto.




16 de julio de 2006

El hombre que confundió a su mujer con un sombrero (Oliver Sacks)




Oliver Sacks es un neurólogo que combina su trabajo clínico con la divulgación del conocimiento de los trastornos neurológicos. A este esfuerzo ha dedicado numerosos libros entre los cuáles destaca precisamente "El hombre que confundió a su mujer con un sombrero".

Cada capítulo del libro nos presenta un trastorno neurológico más sorprendente si cabe que el anterior, al menos para el lector no familiarizado con esta temática. Desfilan así ante nuestros ojos la afasia, la amnesia retroactiva profunda, el síndrome de Tourette, el retraso mental, etc., todo ello tratado desde la exposición de un caso real y no desde los presupuestos de la ciencia teórica.

Por encima de todo, es de destacar que, pese a que los casos descritos podrían dibujar un panorama desolador y pesimista, el tratamiento que de ellos hace el autor hace que simpaticemos con los protagonistas, no mostrándolos como seres extraños sino como limitados en un determinado aspecto de su vida pero completos en todo el resto. Esta "neurología humanística" que abandera el autor, no busca tanto la "curación" del paciente sino la compresión del mismo en su totalidad. Se trataría no tanto de ver el “déficit” que presenta el sujeto sino de valorar el mejor modo de ayudarlo en función de su completitud.

Así, en el caso de unos gemelos deficientes mentales con una gran capacidad para determinadas operaciones matemáticas, se intentó mejorar su integración social separándolos, lo que favoreció que accedieran a un puesto laboral adecuado a sus capacidades pero que les privó de su felicidad y serenidad sacrificadas a las convenciones sociales de que fueron objeto por sus médicos.

Cada uno de los diferentes capítulos que forman el libro podrían ser el punto de partida de una novela o un guión. Tenemos el caso de un marinero que vivía instalado en 1945 después de haber caído en el alcoholismo durante los años sesenta o el del hombre incapaz de reconocer su pierna como suya propia, la mujer que oía realmente como si de una radio se tratara todas las canciones que sus padres le cantaron en sus primeros años de vida en Irlanda y que no había vuelto a escuchar después de la muerte de ambos cuando ella cumplió los cinco años.

Igualmente, Sacks trata a sus personajes con humor, de modo que nos presenta a los afásicos como seres capaces de detectar la vaciedad de los discursos políticos, frente a la credulidad del público "normal" o reconoce las ventajas de sus enfermos, por ejemplo el caso de un afectado por el síndrome de Tourette que abandonaba su medicación los fines de semana para conservar su capacidad de improvisar a la batería en un grupo de jazz.

5 de julio de 2006

Memoria de mis putas tristes (Gabriel García Márquez)


¿Qué hay de García Márquez en la última novela de García Márquez? Sin duda no nos encontramos ante una de sus obras maestras aunque bien pudiera ser que precisamente la maestría de la misma sea la de mantener un estilo y un mundo creativo reconocible e identificable por cada lector. Visto de este modo, la genialidad no es un atributo de una novela o relato concreto sino del conjunto de la obra de su autor.

Y en este campo no hay quien discuta a García Márquez su capacidad para tener una escritura personal (no sólo circunscrita al mundo brumoso de Macondo). Algo hace que tras leer las primeras líneas de Memorias de mis putas tristes sepamos quién es el autor y se agolpe en nuestro inconsciente lector todo un conjunto de imágenes, sentidos y contextos que perfilan lo que leemos, iluminando el texto con un foco del que el autor es, sin lugar a dudas, consciente.

Un hombre en edad de despedirse de la vida decide solicitar los servicios de la regenta de un burdel para obtener los servicios de una virgen menor. El anciano recuerda su vida plagada de aventuras casuales en los prostíbulos del barrio chino, su relación con el periodismo y la música.

Y es después de un viaje tan largo cuando acaba por descubrir en forma de celos aquello que le estuvo vedado el resto de su vida. La reescritura, por tanto, de toda una vida en sus últimos instantes, conforma el hilo narrativo sobre el que se despliegan temas ya visitados por el autor como el amor en la senectud, la relación intergeneracional (la virgen tan solo tienen un papel pasivo dado que no pronuncia palabra en toda la obra). la soledad, una sociedad brutal que ahoga al individuo que busca su propio camino, etc.

Por ello, leer esta breve novela no aportará nada nuevo a quien conozca la obra de su autor, y sin embargo, no leerla nos apartará de esa sensación de frescura que nos deja la visita fugaz de una realidad literaria (realismo mágico dirán algunos) completa y heterónoma. El placer de la lectura, como el de la amistad, muchas veces se cifra en la novedad que se esconde bajo la capa de lo conocido y que el azar deja al descubierto en ciertas ocasiones.

16 de junio de 2006

Brooklyn Follies (Paul Auster)


Paul Auster, pese a su imagen contemporánea, es un novelista clásico. Sus argumentos pueden no asemejarse a la introspección de Henry James o su mundo puede no ser el de Conrad o Hemingway, por poner algún ejemplo, pero, por encima de todo, Auster disfruta escribiendo, no hay duda. Sus libros transmiten esa ilusión por la narración que parece tan olvidada hoy en día.

Sus historias crecen como la levadura, desde un punto de partida casi intrascendente y anodino, enganchando la imaginación del lector hasta que, de pronto, en algún punto intermedio de la lectura, el lector se descubre inmerso en una epopeya en la que se despliegan esos temas tan queridos y constantes en el autor (la soledad, el sentido de la vida y la vida en busca de su sentido, etc) y tan propios de la novela de todos los tiempos.

Auster es un clásico igualmente en el trato a sus personajes. Su mimo es patente ya estemos ante un protagnista o un simple actor circunstancial en la trama lo que siempre los convierte en criaturas creíbles. Y así, este entusiasmo se traslada a estos personajes que pasan interminables horas hablando, narrando su pasado y dibujando su futuro ideal (¿no consiste la literatura precisamente en esto?). Esta comunicación suelda amistades inquebrantables entre seres dispares pero que cuentan con un punto de unión precisamente en ese terreno de la reflexión ante su entorno.

En la última novela de Auster traducida al castellano, tres personajes tratan de reinventar un futuro basado en la esperanza y en el convencimiento de que una nueva vida siempre es posible. Finalmente ese esbozo no llega a cumplirse aunque el boceto final se asemeja de algún modo a la felicidad anhelada.

La ciudad de Nueva York (y la huida de la misma) en los meses previos al 11 de septiembre forman el paisaje de fondo por el que deambulan los protagonistas buscando a tientas el sentido de una vida que les ha apartado del curso principal de los acontecimientos, como un afluente en busca de acomodo. Y sin embargo, la dignidad que aflora en los personajes, les confiere esa grandeza propia de los grandes héroes literarios y les convierte en los grandes protagonistas de un mundo en el que los grandes hombres se descubren como incapaces de servir de referente para una masa confundida.

12 de junio de 2006

Rolling Thunder: con Bob Dylan en la carretera (Sam Shepard)



Un grupo de personas (leyendas del rock, jóvenes promesas, cineastas, Allen Ginsberg, el fantasma de Kerouac...) se pasea durante el invierno de 1975 por las frías tierras del noreste de los Estados Unidos dando conciertos en pequeñas salas de ciudades no muy conocidas. Su vida transcurre entre moteles de segunda, tumbas de poetas muertos e incómodos autobuses. En el telón de fondo aparece la sombra de un boxeador negro condenado injustamente por un asesinato en un juicio con suficientes puntos oscuros como para conseguir su salida de prisión y la revisión del juicio.

El autor, un joven escritor teatral, es contratado para escribir sobre la marcha el guión de las escenas de una película que se rodará paralelamente a la gira contando con los músicos como actores y que nunca llegará a pasar de ser otro proyecto cinematográfico inacabado más de Dylan.

Sam Shepard aprovechó la oportunidad de vivir la experiencia de esta gira (Rolling Thunder Revue) para tomar notas que le permitieran escribir este libro, no con la intención de historiar la gira sino con la de transmitir las sensaciones que vivieron durante la misma, según él mismo confiesa en el prólogo del libro.

Lo que el libro transmite es, sin duda, la peripecia de unos músicos que no necesitan del reconocimiento público y que aprovechan la ocasión de tocar juntos sin la presión de los grandes conciertos. Lo que resulta es una fiesta continua con los músicos disfrazados, maquillados, dispuestos a disfrutar de su música. Pero también, nos deja la idea de que estos hombres buscan algo. Un leve tono melancólico y pausado envuelve todo el texto como un velo de irrealidad como la bruma de la América rural. Las referencias a los orígenes de los Estados Unidos y la idea de libertad que en su momento encarnaron, se convierte en un símbolo de la gracia perdida y el anhelo por recuperarla.

No hay un hilo cronológico que hilvane la obra sino que los breves capítulos recogen material tan heterogéneo como escenas de la película frustrada, vestuario de la gira, copia textual de notas de prensa, narraciones sobre el encuentro de Dylan y Allen Ginsberg con el hermano de Kerouac y el posterior homenaje ante su tumba, su recital de poesía y música improvisado en el salón de baile de un hotel repleto de jubilados, etc.

Y finalmente, la bajada del telón tiene lugar en el Madison Square Garden, el concierto final y el único en un local digno del cartel, precedido por un emotivo discurso de Mohamed Alí y el conocimiento de que Carter será liberado próximamente liberado. Aunque el lector quede con la sensación de que le han escamoteado escenas quizá irrepetibles, y que el libro podría haber seguido hasta el infinito, hasta completar la búsqueda y poder así conocer qué se escondía al otro lado.

12 de mayo de 2006

¡Noticia bomba!


La novela de humor no goza en España de fama. Un buen libro debe ser lo más tedioso posible para tener ese aura que le permita distinguir a su lector del resto. Sólo los grandes temas (la muerte, la soledad, la vejez, el sentido de la vida, el desarraigo, ...) parecen dignos de la letra impresa (casi podría decirse lo mismo de las películas). Se considera que el humor es frívolo, ligero, la comedia un género menor frente a lo trágico y dramático.

Y, sin embargo, un recién nacido puede sonreir a las pocas semanas de vida, sin conocer el temor a la muerte, sin la losa pesada del día de mañana. La risa (y por tanto el optimismo y la benevolencia que siempre la acompañan - en otro caso no sería risa sino cinismo) es lo primero que nos separa de los animales (en ocasiones lo único). De ahí que un pueblo civilizado como el británico (entiéndase dicha afirmación como fruto del tono humorístico del que hablo) , con la suficiente confianza en sí mismo, haya configurado un subgénero propio dentro de la novela de humor.

Con el tiempo, las características de este estilo propio e inconfundible se han estandarizado hasta completar una serie de lugares comunes, por lo que, sin ánimo exhaustivo, enumero algunos de sus rasgos característicos: protagonista masculino de mediana edad, preferiblemente rentista y solterón o desposado con una mujer espléndida de la que no es sino un mero apéndice sin apenas personalidad. Escenarios semicampestres, con abundantes referencias a un pasado de dificil incardinación histórica aunque próximo a los tiempos eduardianos y la filosofía que se supone propia de esa época, todo ello narrado con un estilo desenfadado en el que lo humorísiico consiste en la asunción del absurdo como cotidiano.

¡Noticia Bomba! es una de las obras maestras del género. Escrita en los años 30, se burla del periodismo parodiando a los enviados especiales a la guerra de Abisinia, más preocupados por inventar la noticia que por descubrirla. Por una suerte de coincidencias disparatadas, un periódico inglés acaba por enviar al encargado de una columna semanal sobre campo y jardinería. Un completo ignorante del periodismo, de la guerra, de África y del amor, que acabará por descubrir la verdad de todas ellas. Inevitablemente, el pobre hombre acaba por convertirse en el periodista estrella de Fleet Street. Cabal y sencillo, decide retirarse nuevamente a su pequeña y apartada vida doméstica renunciando a un mundo que preferiría no haber tenido que conocer.

Crucero de verano (Truman Capote)


Capote descartó esta novela dejándola en su apartamento de Brooklyn cuando se mudó al centro de Nueva York, dando instrucciones a su portero para que destruyera todos los papeles que encontrara.

Algo debió torcerse en el cumplimiento de la voluntad de Truman y años después de su muerte, el manuscrito fue adquirido por la fundación que dirige los derechos de su obra y finalmente ha aflorado como novela en 2005.

Pese al parecido remoto con la publicación de ciertas obras de Kafka por Max Brod, no nos encontramos ante El Proceso o El Castillo. Si bien la obra se presenta como un todo acabado, el resultado no se acerca a lo mejor de la obra de Capote.

La combinación de mundos (el aristocrático y elegante de la mejor sociedad de la Costa Este y el cotidiano y vulgar de los barrios de inmigrantes de Nueva York) no acaba de resultar. Si bien capta la indiferencia y cansancio de la clase alta, tal y como la reflejará en obras posteriores, los personajes populares son el reflejo de un estereotipo poco logrado.

Pese a la limitación citada, la novela se desenvuelve con facilidad sobre un romance de verano entre dos protagonistas con objetivos dispares, tratando de dibujarse a sí mismos contra un fondo familiar del que reniegan, pero del que al tiempo son incapaces de prescindir. A diferencia de la obra de Shakespeare, en la que el amor lleva a la muerte a los amantes, en este caso, es su desesperanza lo que impulsa el final, igualmente trágico.

11 de mayo de 2006

Viajando con los Rolling Stones


Mantengo la opinión de que cualquier libro sobre música moderna, con independencia del estilo de la misma, resulta más interesante que la mayoría de las novelas que se agolpan en las secciones de novedades de nuestras librerías.

Me explico. Un libro que narre las andanzas de Charlie Parker, Otis Redding o la Tamla Motown, tiene todos los elementos para ser una novela redonda. Sexo, drogas y rock and roll son elementos omnipresentes como cualquiera podría esperar. Pero siempre hay mucho más que lo obvio.

Este género literario, pues no es otra cosa ante lo que nos encontramos, describe el alma humana con toda su grandeza y miseria. Disfrutamos con el esfuerzo de los grupos por destacar dentro del panorama músical del momento ante la indiferencia y la incomprensión del público, la industria y los medios. Contemplamos el triunfo deseado gracias a una confianza y tesón más allá del desaliento, junto con el inevitable golpe de suerte de la mano de un productor con necesidad de dar un giro a su carrera, de una canción que escala las listas sin apenas promoción...

También asistimos a la inevitable caída, tanto en la estimación del público, como de la calidad creativa, las drogas o desavenencias personales entre los miembros del grupo, los efectos destructivos de la fama, o los esfuerzos por salir a flote entre la locura colectiva.

Espiamos el proceso de creación que ha hecho nacer obras tan imprescindibles para la comprensión de nuestro tiempo como los primeros discos de Elvis Presley, el Pet Sounds de los Beach Boys o el nacimiento del BeBop...

Por último, estos libros suelen estar escritos con un notable pulso narrativo, por periodistas musicales próximos al estilo del Nuevo Periodismo (hoy algo pasado de moda) donde en muchas ocasiones el autor es partícipe de lo que narra y en todas ellas (salvo excepciones como Goldman) apasionado del artista sobre el que escribe.

En el libro de Greenfield se dan muchas de las características citadas. El autor se embarcó como cronista en la gira de los Rolling Stones por Estados Unidos en 1972, gira que marca un cambio radical en el modo de entender la música, los 60 quedaron atrás y la música es un gran negocio. La profesionalización es la clave frente a giras anteriores y todo se intenta tener controlado y previsto. Como es natural, la más famosa banda del mundo no podrá evitar saltarse el itinerario previsto con situaciones tan sorprendentes como la detención de parte del grupo por la policía tras una confusa agresión a un fotógrafo o la estancia en la mansión de Playboy.

La música poco importa dado que escasamente hace su aparición en forma de comentario ocasional. Por contra, la descripción de los entresijos del grupo humano que rodea a los Rolling es impactante. La corte que forma el núcleo duro de la gira vela por los intereses de los Rolling, encargándose de "interpretar" sus deseos de manera que un comentario trivial de Mick Jagger sobre las vistas desde su habitación llevan al cambio de hotel ante la indiferencia del cantante. Dentro del equipo de la gira (que incluye diferentes facciones de intereses contrapuestos) el ascenso o la caída en desgracia se suceden con la misma rapidez que vemos pasar las ciudades y conciertos.

La persecución de las grouppies se entremezcla con la represión policial en los convulsos primeros setenta, las nuevas drogas y las amenazas al grupo por parte de los Ángeles del Infierno buscando su revancha por la negativa de los Rolling a contar con ellos después de los incidentes de Altamont en la gira anterior.

La sensación caótica viene acompañada por el estilo directo del autor que no ahorra detalles a la hora de acompañarnos en este particular descenso a los infiernos. Greenfield ni siquiera se recata a la hora de aclarar cuánto tiempo seguirán actuando y grabando discos los Rolling Stones: mientras sigan necesitando dinero para mantener el nivel de vida al que se han acostumbrado.