23 de agosto de 2009

El Palacio de la Luna (Paul Auster)


A Paul Auster le gusta encerrar varias historias en cada libro que escribe. El modo en que se desarrolla cada una de ellas, cómo se relacionan entre sí y la manera en que interactúan para crear un territorio temático común, es fruto de su talento para la narración. El lector se adentra en sus novelas seducido por una prosa sencilla pero implacable (mención inevitable a la labor traductora de Maribel De Juan), que apenas da oportunidad de apartar la lectura por unos instantes, hasta llegar a un punto en el que se descubre a sí mismo envuelto en una trama sólo aparentemente lineal y simple, plena de simbolismos que comienzan a explicitarse.

Por una vez, adelantaremos los fundamentos de cada una de esas historias sin llegar a desvelarlas por completo para aquellos que no hayan leído la novela y con el afán de destacar aquellos aspectos en los que El Palacio de la Luna resume la temática austeriana.

En El Palacio de la Luna tenemos la historia de Marco Stanley Fogg, un joven de padre desconocido y huérfano de madre que ha vivido bajo el cuidado de su tío y que a la muerte de éste parece no tener interés por integrarse en la vida tal y como la entienden otros jóvenes de su edad. Completa sus estudios en la Universidad de Columbia gracias a la venta progresiva de los libros que su tío le ha dejado casi como única herencia. Agotado el dinero, M.S. Fogg termina viviendo como un vagabundo en Central Park hasta que es rescatado por un amigo de la Universidad (Zimmer) y una chica oriental (Kitty Wu) a la que ha conocido casualmente por un malentendido.

Después de vivir un tiempo en el apartamento de Zimmer comienza a trabajar como ayudante personal de un excéntrico anciano prácticamente ciego. Tras un tiempo en el que su único cometido parece ser el de leer en voz alta erráticamente los libros que su patrón le indica, pasa a leer noticias de prensa y posteriormente necrológicas, momento en el que Fogg es informado de que el verdadero motivo por el que ha sido contratado es el de escuchar de labios del anciano la historia de su vida y así poder componer, con vistas a su próximo fallecimiento, varias necrológicas, todas ellas para la prensa, salvo una, la más extensa y completa, la que da cuenta de su vida real, la única totalmente fiel a los hechos, que deberá ser entregada a su hijo, al que abandonó sin saber de su existencia y que desconoce que su padre sigue vivo.

Pero tenemos también la historia de Mr. Effing, de nombre originario Julian Barber, reconocido pintor que decide viajar al Oeste para retratar los paisajes de la frontera americana al tiempo que aprovecha para poner distancia con su fría mujer. En el Oeste, sufre un asalto y queda abandonado en medio de un paraje desértico. Barber concluye que si el mundo le cree muerto, no puede dejar pasar la oportunidad. Después de vivir un tiempo aislado, regresa a la civilización como Thomas.Effing y hace fortuna, aunque ya no como pintor sino como financiero. En una fiesta, alguien le hace notar su parecido con un famoso pintor desaparecido hace años, lo que sume a Effing en la confusión y pierde la firmeza y determinación que le habían empujado hasta el momento. Comienza a sumergirse en su propio infierno particular (paralelo al que M.S. Fogg vive en Central Park) haciéndose habitual visitante del Barrio Chino; finalmente un accidente le ata a una silla de ruedas y, huyendo de su destino y de su país, se instala en Europa donde residirá hasta que decida su regreso final a Nueva York.

Y, para concluir el tríptico de El Palacio de la Luna, tenemos la historia de Solomon quien crecerá tratando de reconstruir la figura del padre ausente y terminará por crear una imagen de sí mismo, una identidad, que le proteja. Engordará, llevará sombreros absurdos y trabajará en diversas Universidades mediocres pese a su innegable talento académico, cambiando frecuentemente de una a otra. Su único romance en este tiempo es una alumna a la que amará por una sola noche y que luego desaparecerá. Su vida errática, gris, condenada a la apatía y la falta de nervio es la réplica del Central Park y el Barrio Chino de los otros dos protagonistas.

Las tres historias terminarán por converger en una única de la manera más sorprendente (sin duda, muchos podrán anticipar el cómo leyendo la solapa del libro), apareciendo así una de las constantes de las novelas de Paul Auster: el azar. Sus novelas parten del realismo y la verosimilitud pero, sin embargo, el azar se inmiscuye en ellas para darles ese aspecto fantasioso y novelesco que atrapa al lector. Sus personajes, simples y cotidianos la mayoría de las ocasiones, pasan a un primer plano gracias a azares dudosos, encuentros inverosímiles o asociaciones totalmente arbitrarias, de manera que la acción se desencadena casi sin que el lector pueda prevenirse ante lo que está por llegar.

La Literatura es otro tema básico en las novelas de Auster. Sus personajes suelen ser escritores o, al menos, personas que dejan constancia escrita de los hechos. El Palacio de la Luna se presenta como un libro escrito por Fogg pasados varios años después de los acontecimientos narrados. Mr. Effing también siente el impulso de escribir la historia de su vida y Solomon escribe un remedo de novela en la que plasma sus fantasías en relación a la figura del padre ausente. Asimismo, las referencias literarias son innumerables, desde escritores franceses (Auster trabajó en París como traductor) hasta una sorprendente alusión al Lazarillo de Tormes. No olvidemos, como ejemplo de la ironía de la que está repleta la novela, que Fogg sobrevive durante un tiempo gracias a la venta en tiendas de segunda mano de la herencia en forma de libros que su tío le deja, herejía que pocos bibliófilos pasarán por alto.

Otra constante en numerosas obras de Auster es la búsqueda de la identidad. Partimos de que los protagonistas son, en muchas de sus obras y El Palacio de la Luna no es la excepción, individuos que, o bien parten de la confusión y la incapacidad de sacar partido de sus talentos, imposibilitados para erguirse y tomar una determinación sobre el rumbo que desean para sus vida, o se trata de personas que atraviesan una profunda crisis personal que les lleva a ese estado.

Seres acostumbrados a presenciar las acciones de otros, su pasividad les lleva al escepticismo y la tolerancia, en ocasiones incluso se puede decir que parecen carecer de principios toda vez que admiten lo que se les viene encima haciendo poco por encauzar su propia vida. Sin embargo, en su pasar por la vida, se entrecruzan con personas e historias que les hacen reflexionar e, incluso, modifican su actitud, su visión del mundo.

Frente a Mr. Effing, capaz de reconstruirse a cada momento, de reiniciar su vida si es necesario en una huida continua hacia el futuro, y a Solomon, adaptado a una realidad mediocre pero que él mismo parece haber elegido para sí, Fogg espera que el curso de la vida le aclare lo que desea. Los cambios bruscos que definen su existencia son fruto de un azar que parece guiarle discretamente hacia un destino que resulta indiferente a Fogg. Más bien, el joven protagonista de El Palacio de la Luna parece carecer de empuje o personalidad definida, se integra en la vida gracias a proyectos ajenos; observa a quienes le rodean y de ellos extrae sus enseñanzas evidenciando cierta necesidad de involucrarse a través de estos mediums. Ni siquiera el sorprendente final y la revelación que se abre a los ojos de Fogg logran desperezarle, sacarle de ese sopor blando que parece consustancial a su ser.

La soledad es otro de los temas recurrentes en las obras de Auster. Sus personajes viven en soledad, con independencia de que tengan o no un amplio círculo de amigos, la esencia de su vida es la soledad, tal vez con el fin de mantener un precario equilibrio interior. Esta soledad y el modo de amoldarse a la misma como forma de conocimiento es una de la claves de El Palacio de la Luna y un tema recurrente en cada una de las historias en que se descompone. Ninguno de los protagonistas parece incómodo en dicha situación, antes bien, reducen su contacto con el resto de la sociedad al mínimo imprescindible.

Muchos otros temas se deslizan en esta novela que admite una lectura superficial, atenta a la trama y al modo en que las historias se imbrican y una lectura algo más profunda (no mejor, ni más placentera) que buscará dotar de sentido a cada episodio, explicar el simbolismo que la luna ofrece al conjunto, reflexionar sobre el viaje como experiencia, buscar paralelismos con la vida del propio autor o incluso leer la novela como una parábola sobre la historia de los Estados Unidos, su pasado y su sentido histórico.

Puede decirse que El Palacio de la Luna es la primera gran obra de Auster o, al menos, la primera que anticipa la mayoría de temas que terminarán siendo consustanciales a sus novelas posteriores. El propio Auster ha manifestado que es su obra más querida, no en vano los primeros borradores se remontan a su época universitaria, si bien, no es hasta 1989 cuando se publica definitivamente.

Dicen que hay autores que escriben muchas veces el mismo libro, puede que Auster vaya camino de convertirse en uno de ellos, por eso, si alguno de sus libros puede resultar más imprescindible y necesario, será precisamente éste.



19 comentarios:

molinos dijo...

Por supuesto que no tengo nada que añadir a otra crítica perfecta. "El Palacio de la Luna" es una gran novela de Auster, para mi de una serie de ellas muy parecidas, Auster encuentra el tono y la manera de contar lo que quiere y lo repite novela tras novela consiguiendo siempre sorprender. En el mismo estilo para mi estarían: El libro de las ilusiones, La noche del oráculo o Brooklyn Foolies.
Muy distintas son: La música del azar y El país de las últimas cosas.
La música del azar fue la primera novela de Auster que leí y me dejó aterrorizada.
El país de las últimas cosas, ahora que lo recuerdo para este comentario me parece que tiene algo en común con "La carretera".

Como siempre, un placer leerte.

Nínive dijo...

Pues tengo El Palacio de la Luna en la recámara, esperando turno mientras termino de digerir Plataforma de Houellebecq, que no sé si es recomendable o no aunque a mi me ha gustado, y decidiendo si mando de vuelta a la estantería Postales de invierno, que no termina de convencerme. Así que hasta que decida Auster deberá esperar un poco.

Saludos

Fuensanta Niñirola dijo...

Vaya, GWW, ¡por fin! espero que ya estés en forma de nuevo...y me alegro.Una espléndida reseña, completísima, y un análisis que comparto completamente, me parece muy lúcido.
Hace siglos que leí "El palacio de la luna", pero la recordaba con mucho gusto. Es decir, recordaba el gusto que me dio leerla, pero fíjate, recordaba las dos historias primeras como protagonizadas por el mismo personaje, el que lee al viejo y e que se va al Oeste; y de la otra no recordaba nada.
En realidad, tendría que darle una releída a todo Auster. De la que más me acuerdo es la de "La música del azar", porque además he visto la peli, varias veces y siempre eso me ayuda a recordar una novela que he leído sólo una vez.

lammermoor dijo...

Hola, Gww. El Palacio de la luna es el primer libro que leí de Auster y, quizás por ello, el que mayor impresión me causó.
Las razones por las que me gusta Auster las expuse en una entrada (en la que además comentaste) así que lo que dijera aquí sería reiterativo.

Homo libris dijo...

El libro que reseñas es uno de mis preferidos de la obra de Auster. Me parece uno de los más completos, y de los que más características del corpus literario austeriano recoge. Con Auster he mantenido siempre una relación de amor que ha devenido, en los últimos tiempos, en hastío (su recorrido por el Scriptorium se me antojó bastante mediocre), pero tengo ganas de reconciliarme con él. Artículos como el tuyo me hacen recuperar las ganas de encontrarme con el gran narrador.

Saludos.

RebecaTz dijo...

De Auster sólo he leído El país de las últimas cosas y Ciudad de cristal; sin duda debo continuar con su obra.
Ya lo han dicho en el hilo, pero de verdad que tu reseña es estupenda.

¡Un saludo!

Anónimo dijo...

Una certera y estupenda reseña de uno de mis libros preferidos de Auster, junto con "Leviatan" y "El País de las últimas cosas". Lástima que su última novela "Un hombre en la oscuridad" no esté a la altura.
Un placer volver a pasar por aquí. Saludos,

mario skan dijo...

En el Cuaderno rojo, Auster narra un episodio sumamente curioso sobre la casualidad, creo que fue ese el primer libro de Auster que leí a medias. Luego un amigo me prestó tres libros: El palacio... La trilogía de NY y El libro de las ilusiones. Me impactó la lectura de El palacio...una verdadera historia de aventuras como no había leído desde el libro de Verne.La sensación fue la misma. Extraño: libros que despiertan sensaciones.
Los aspectos que nombraste de Auster son ciertos: azar, identidad, soledad,temas recurrentes y bien tratados en la obra del escritor yanky.De este libro que reseñas me gusta la forma en la que acaba las historias: fatales, no hay casamiento con el happy end. Como vos nombrás, siempre aparecen escritores o personajes de la historia de eeuu. Auster, muy entretenido.
genial tu post.
saludos

Katrina Van Dassos dijo...

Sí, es de las que más disfruté de Auster sin duda. Corroboro los temas que pone Mariano, y añadiría el tema de la tragedia familair (aunque quizás eso queda englobado dentro del tema de la soledad). Quizás esa reiteración de temas es lo que terminó por cansarme de Auster :(
Pero sin duda tanto ésta obra como La noche del oráculo, Mr. Vértigo o Tombuctú, son (para mí) lo mejor de Auster.

Saludiños!

Leox dijo...

Unos de mis preferidos de Auster , cuando leia el libro , recuerdo que yo queria que algun tio o familiar me regalara cajas de libros.

Gonzalo Muro dijo...

Hola molinos, es cierto lo que dices de que esta novela guarda mucha relación con otras de Auster y de ahí la breve selección que hago de alguno de los temas que las unen. En cuanto al parecido de La música del azar con La carretera no puedo opinar porque no la he leído pero La carretera me gustó especialmente así que quizá ya tenga elegido gracias a ti mi próximo libro de Auster.

Nínive, gracias por tu visita y nada, a leer poco a poco lo que tienes pendiente. Y si un libro no te convence lo mejor es aparcarlo hasta que le llegue su momento, aunque no le llegue nunca.

Ariodante, ¡gracias por tus palabras! Lo de confundir los argumentos de las novelas me pasa de continuo (fue una de las razones para comenzar este blog, el leer dos veces el mismo libro y no darme cuenta hasta que lo había terminado - paradojas, ni siquiera me acuerdo de qué libro fue). Y lo de las películas es totalmente cierto, siempre se recuerda mejor su argumento que el de un libro. Un abrazo.

Hola lammemoor¡ Creo que el primer libro que leí de Auster fue Leviatán y luego Trilogía de Nueva York, hace bastantes años. Después creo que pasé al Libro de las ilusiones (que no guardan una relación excesiva con lo que llevaba leído de él, y reconozco que me gustó más). Supongo que la novedad es un factor importante y por ello El Palacio de la Luna no me ha impactado tanto como otros anteriores, pero desde luego, creo que es mejor novela que muchos de ellos.

Homo Libris, bienvenido a esta página. Es cierto que yo también me quedé algo sorprendido con los Viajes por el Scriptorium, de hecho me he resistido a comprar su siguiente libro (y ahora que lo he comprado, me resisto a leerlo) así que he preferido repasar lo que me quedaba pendiente. Un muy bien libro y, como señalas, de los más completos de este autor, tanto en cuanto a estilo, forma y contenido.

Gracias por tus palabras Andrómeda. Por mi parte ya he dicho que tengo pendiente el de La música del azar y El país de las últimas cosas, y tantas coincidencias en estos comentarios me hacen pensar que me he perdido algo realmente interesante a lo que deberé poner remedio.

Algundiaenalgunaparte, por tu visita y tu comentario. Pese a que la publicidad siempre asegura que el último libro de Auster es "el mejor Auster" -también lo dijeron con Viajes...- me apena que Un hombre en la oscuridad no esté a la altura. Dos patinazos seguidos comienza a parecerse a una repetición mecánica de sí mismo, que es lo pero en lo que puede caer cualquier artista.

Hola mariano skan, gracias también a ti por participar. Auster es, como dices, por encima de todo entretenido y además acostumbra a hacer muy buen literatura (¿deberían estar reñidos ambos conceptos? Creo más bien que todo lo contrario). Y es cierto que este final (a diferencia de algún otro de Auster) tiene un final algo enigmático o abierto, un acierto.

Hola Katrina Van Dassos, como señalas, después de leer algunas de las obras de Auster que más se acomodan a la temática de El Palacio de la Luna puedes llegar a cansarte por la escasa novedad. Me pasa algo parecido con Saramago ya que los primero libros que leí me fascinaron, liego empezaron a resultarme algo pesados por lo reiterativo del estilo y ahora ya no tengo excesivo interés.

Leox, ¿tú también? Qué niños más raros éramos y qué complicados, con lo fácil que es regalar cualquier cosa que salga anunciada en televisión.....

Un abrazo a todos, gracias por vuestros comentarios y disculpad la tardanza en la respuesta.

César dijo...

Muy buenas.
Me ha encantado tu crítica sobre este libro de Auster, que será el próximo que lea de él.
Espero tener la misma opinión que tú.
POr cierto, tu blog está muy interesante. Te enlazo desde el mío.
Saludos

Gonzalo Muro dijo...

Gracias por tu comentario César, aho ra me pasaré por tu blog. Lo que espero es que te guste este libro. Como ves, los comentarios de más arriba son muy elogiosos.

Un saludo.

Ybrim dijo...

Sí, Auster no sería Auster sin los temas recurrentes: el azar, la soledad, la búsqueda de la propia identidad. Creo que es verdad que siempre cuenta la misma historia de distinto modo, lo que le pasa es que últimamente lo hace con menos imaginación, o creatividad, no sé. Prefiero sus primeras novelas, sobre todo “La invención de la soledad”, aunque esta también es una de mis favoritas.
Saludos.
P.D. Como ves he empezado por el principio, como debe ser.

rossy dijo...

La leí hace muchos años ya y me gustó mucho. Debería releerla.

Saludos!

Gonzalo Muro dijo...

Éste es el libro que me sirviò para superar la lectura de Viajes por el Scriptorium, como te he comentado en otra entrada. Un título realmente bueno.

Santiago dijo...

Hola Gww.
Bueno, tu reseña sobre el libro es genial. Hace unos 10 años leí la novela, y hace unos dos años la volví a leer, cosa que pocas veces hago. Soy un adicto de Paul Auster, y este es uno de mis favoritos. Quizás ya lo has leído, pero para mi otro de los mejores es El libro de las ilusiones.
Me he suscrito a tu blog.
Te invito a conocer el mío, si bien lo he comenzado recientemente y tiene mucho menos contenido que el tuyo:
http://sobre-libros-y-algo-mas.blogspot.com/

Saludos,
Santiago

Gonzalo Muro dijo...

Santiago, gracias por tu comentario. Sí he leído El libro de las ilusiones y me pareció una muy buena novela. Un narrador fabuloso con una buena historia.

No se debe dar consejos, pero respecto de tu reciente blog, lo que importa es la constancia. Vendo de él y lo recomiendo.
Saludos.

Santiago dijo...

Tratare de ser constante. Mis tiempos para leer no lo son, tengo tres niños muy pequeños ... Igual, no bien puedo, me escapo a leer! Ayer agregue un par de entradas nuevas al blog.
Saludos
Santiago