23 de octubre de 2006

Timbuktu (Paul Auster)


Timbuktu es el lugar al que se dirigen los humanos cuando fallecen. Desgraciadamente, en ese lugar idílico no se admiten animales de compañía. Mr. Bones acaba de perder a su maestro, Willy, por lo que tiene que abrirse paso en un mundo que nosiempre se comporta según los parámetros de su amo, que se consideraba a sí mismo más o menos como la encarnación del espíritu de la Navidad.

La lucha por la supervivencia y la adaptación a las nuevas circunstancias no llevan a Mr. Bones a la felicidad. Y es que ser un perro inteligente, capaz de comprender las palabras de los humanos, sus actos e intenciones, y el complejo juego de relaciones que mantienen entre ellos, no le permite ser autónomo. Entre el miedo y la inseguridad, encuentra su lugar la necesidad de cobijo y alimento. Ese complejo equilibrio entre aspiraciones y realidades que iguala a perros y hombres es la cuerda sobre la que camina Mr. Bones en busca de su sitio en el mundo, atesorando tan solo las palabras recordadas de su maestro.

Auster es un genio. Sin apenas diálogo, narra en forma de monólogo de los protagonistas sus sentimientos, vivencias y reflexiones. No hay lugar para descripciones detalladas o accidentes similares. Sólo el esquema desnudo, los temas descarnados. Sólo los pensamientos, expresiones y sentimientos admiten matización. De hecho, toda la narración se apoya en la sutil adaptación del entendimiento de Mr. Bones a los cambios, de cómo su propia reflexión le empuja más allá. Como diría Bloom, el personaje cambia al oírse a sí mismo.

En los libros de Auster pueden aparecer coches, televisores y lavaplatos; bebida, periódicos y ciudades concretas. Pero no se ciñen a una época, se leen fuera del tiempo, fuera del espacio. Sus argumentos encierran hechos asombros (que un perro entienda el lenguaje humano y distinga un acento de Nueva York de otro de la Costa Oeste, no parece cosa de todos los días). Sin embargo, su tratamiento dentro de la novela lo "normaliza" integrándolo como una obviedad. Las rarezas no se explican. Al igual que Kafka, sus personajes no se asombran por nada, toman la realidad como les viene y, sobre ella, avanzan.

Alcanzar Timbuktu no es empresa fácil. De hecho, si eres perro, resulta harto difícil aunque se dice de algunos que lo han conseguido. Mr. Bones lo intentará por sus propios medios. Auster es demasiado sabio para ofrecernos un final plenamente feliz, también la felicidad es un difícil equilibrio entre lo posible y lo probable.

17 de octubre de 2006

Wouldn´t It Be Nice (Granata) / Pet Sounds (Fusilli)











A diferencia de lo que ocurre con otras actividades artísticas, la música (también el cine) permite un análisis de la génesis de las creaciones sin igual.

En lo que se refiere a la "música moderna" (prescindiendo de lo endeble de dicha definición) podemos conocer la opinión del autor, la primitiva demo de un tema, los ensayos, las declaraciones de los músicos implicados, las diferentes tomas alternativas, la labor de producción y postproducción. Igualmente, podemos asistir a la interpretación de dicha creación y a la evocación o reinterpretación que otros artistas hacen de la misma.

Todo este acopio de información nos permite atisbar los entresijos del proceso creativo en su conjunto y comprender cómo se conjugan para cristalizar en una obra única y coherente.

En la mayoría de los casos, esta información resulta totalmente irrelevante (al igual que el fruto "artístico" obtenido) y se pierde en los archivos a la espera de su destrucción rutinaria o su deterioro irremediable. En otras ocasiones, en el caso de las grandes grabaciones, se conserva con el fin de mejorar la comprensión de la obra, o incluso de hacerla justicia en el caso de aquellas "adelantadas a su tiempo" que no gozaron de su justa fama.

Una de esta obras del arte musical del siglo XX es el disco "Pet Sounds" de los Beach Boys, grabado en 1966 y fruto del genio creativo del líder de dicho grupo, Brian Wilson, en el cenit de su creatividad.

Dado que únicamente pretendemos hacer una reseña de lecturas, no pretenderé entrar a describir los distintos aspectos musicales que convergen en este disco, su influencia en la música posterior o las connotaciones biográficas. Todo ello queda perfectamente documentado en ambas obras.

La primera de ellas, "Wouldn't It Be Nice : Brian Wilson and the Making of the Beach Boys' Pet Sounds" escrita por Charles L. Granata, disecciona la obra en distintas facetas. Comienza con un breve resumen de la historia de los Beach Boys previa a la publicación de Pet Sounds, incidiendo en el papel de Brian Wilson como genio motor del grupo y en sus esfuerzos por llevar a la banda más allá de su imagen estereotipada de grupo de playas, chicas y coches.

A continuación se centra en el proceso de escritura de las canciones (ayudado por el joven novelista Tony Asher) y a continuación pasa a describir los aspectos musicales de las sesiones de grabación de las pistas instrumentales (con músicos de estudio) y de las partes vocales (ya con el resto de los Beach Boys).

La tesis del libro es que Brian Wilson elaboró a través de las distintas canciones que forman el disco, un mapa de los sentimientos humanos. Así, encontramos todos los registros imaginables: esperanza, ternura, desengaño, orgullo, traición, temor, inseguridad, etc. En definitiva, un viaje introspectivo en busca de los límites de la sensibilidad humana, aderezado sobre una de las más espléndidas bases musicales jamás creadas.

El autor utiliza una base documental muy amplia combinada con numerosas entrevistas a los protagonistas (excluido curiosamente el propio Brian Wilson). En relación al proceso de creación literario de los textos, Tony Asher relata cómo los textos nacían como la forma de expresar los sentimientos que compartía con Brian Wilson en relación a diferentes aspectos de la vida sobre los que debatían constantemente. De dicho intercambio de opiniones surgía un estado de ánimo que se plasmaba en las letras de las canciones. Por tanto, hay que interpretar dichos textos, no como situaciones concretas o biográficas sino como representaciones universales de sentimientos que todos compartimos. De ahí la vigencia de este disco que permite, como la mejor de las obras literarias, un mejor conocimiento de uno mismo, más allá del argumento o trama empleadas.

"Pet Sounds" de Jim Fusilli, opta por una visión más personal del disco. El autor, novelista de éxito moderado en los Estados Unidos, escuchó el disco siendo un adolescente con problemas de integración y un futuro incierto. Pet Sounds le ayudó a verbalizar sus propios sentimientos, permitiéndole afrontarlos. Todo ello hace que su visión del disco quede condicionada por su experiencia personal. De este modo, interpreta los textos como un intento de comprender la transición entre un adolescente despreocupado y la asunción de responsabilidades y desafíos que conlleva la entrada en la vida adulta.

Los aspectos musicales más técnicos quedan en un segundo plano en favor de la experiencia personal del autor, fruto de la escucha de las canciones. De este modo, podemos contrastar nuestra propia experiencia auditiva apreciando aspectos pasados por alto hasta el momento.

Una obra maestra es aquélla que enriquece a sus destinatarios. Las dos visiones complementarias que ofrecen los libros comentados son la prueba de la originalidad y vigencia de Pet Sounds.


13 de octubre de 2006

Nunca me abandones (Kazuo Ishiguro)


Ishiguro dibuja en su última obra una parábola futurista ambientada en nuestros días. La existencia de un grupo de alumnos de un internado muy peculiar y las relaciones que mantienen entre ellos y sus "cuidadores" sustentan la trama de la novela y revelan la razón de ser de estos personajes.

Lo más destacable del relato resulta, a mi juicio, la manera en que se va desvelando, para el lector, pero también para los protagonistas, la verdadera naturaleza de la institución que les cobija y el destino que les está reservado. Para evitar romper parte de este encanto, omitiré cualquier mención al argumento de la obra.

En el mundo opresivo del internado, cada gesto, cada mirada, cada palabra son analizadas hasta sus últimas consecuencias, buscando desesperadamente dotar de coherencia y hacer interpretable un mundo extraño. Precisamente creo que esta es la mayor aportación del relato dado que le dota de valor universal.

Así, todos interpretamos la realidad cuya complejidad no acabamos de comprender, dejando suficientes lagunas para el subjetivismo de cada cuál. De la contraposición de estas diferentes interpretaciones surgen conflictos y afinidades, decepciones y esperanzas. Cada nuevo matiz nos hace avanzar o retroceder, pero en definitiva, es la contraposición de nuestra visión con la de los otros, la que nos hace humanos (o lo que es lo mismo, falibles).

Este delicado equilibrio es el humus literario que modela magistralmente Ishiguro más allá del argumento de actualidad que emplea como disculpa.

24 de septiembre de 2006

Truman Capote. La biografía (Gerald Clarke)


“Se llora más por las plegarias atendidas
que por las no atendidas
” (Santa Teresa)

La vida de Truman Capote puede relatarse en torno al pensamiento de Santa Teresa. Su ansia fue siempre alcanzar el reconocimiento y la aceptación que de niño le negaron sus padres. Con su padre tuvo escaso trato y éste siempre terminaba en una decepción más grande que la anterior. Con su madre tuvo que vivir encerrado en habitaciones de hotel donde veía cómo mantenía relaciones con otros hombres o cómo llegaba bebida y maltrecha. Durante los años que pasó en la casa familiar de Monroeville con sus tías tuvo que vivir inmerso en las relaciones tormentosas que mantenían esas tres mujeres y su tío, y que tan bien reflejaría en “El arpa de hierba”.

Pero su afán de aceptación social y de poder económico, era común a su madre quien le enseñó y transmitió tales valores como objetivos vitales, sobresaliendo de la vulgaridad.; el estilo y la clase eran la clave para elevarse en busca de ese reconocimiento.

La madre de Truman alcanzaría el tan ansiado triunfo mediante el matrimonio con Joe Capote de quien Truman tomaría su apellido; pero la plegaria atendida no logró evitar que murieses alcohólica y destrozada por las continuas sospechas, más o menos certeras, de infidelidades de su marido y su posterior bancarrota. Truman no vio en ello el aviso y la premonición. Por aquel entonces su fama de escritor ya había cruzado fronteras, su ingenio, sus ocurrencias y, sobre todo, las compañías de las que gustaba rodearse (entre lo más selecto de la sociedad de la época) eran la prueba de que él sí lo había conseguido.

Su cima literaria llegó con “A sangre fría”, el espeluznante relato de un crimen en el interior de los Estados Unidos, sin motivo aparente y con una violencia gratuita sin igual. Truman no sólo trabó conocimiento con el entorno de las víctimas (llegó a convertirse en una figura local en Holcomb) sino que mantuvo una larga e intensa relación epistolar y presencial con los dos asesinos, llegando incluso a presenciar su ahorcamiento.

Pero, al mismo tiempo, el crimen permitió que contemplara el reflejo de lo que pudo haber llegado a convertirse. Uno de los asesinos (Perry Smith) era la viva imagen de lo que pudo haber sido Truman de no haber abrazado la religión de la Literatura, salvándole de algún modo. Sus infancias se parecían demasiado como para no sentirse aterrado y culpable por ello; alcohol, abandono, malos tratos, empujaron a Truman y a Perry por caminos diferentes, pero, al fin, Truman vislumbró una fina línea que le separaba del asesino de los Clutter.

Pero la Literatura que le había salvado hasta entonces, y que le dio (precisamente con esta obra) su gran triunfo, no le logró salvar de sí mismo. Exultante tras el éxito de “A sangre fría” pero dolido por el escaso reconocimiento de los críticos profesionales, se planteó llevar adelante un viejo proyecto (emulación de la obra de Proust “En busca del tiempo perdido”). Describir a la alta sociedad de su tiempo y dejar al descubierto su triste condición valiéndose de su privilegiado status de acompañante y bufón se le antojó como su mayor contribución al Arte. Nadie como él aunaba conocimiento y talento para llevar a buen fin esa obra que dejaría al mundo boquiabierto y supondría su consagración definitiva junto a los más grandes autores de todos los tiempos.

Los capítulos publicados de esta obra (“Plegarias atendidas”) supusieron la condena de Truman al ostracismo social y al alejamiento de los círculos por los que hasta ese momento se movía como centro de todas las atenciones y confidencias. El rechazo pasó a convertirse en norma de obligado cumplimiento para todos aquellos, criticados o no, que antes habían otorgado su confianza a Truman.

Desconcertado, creyendo que su talento estaba por encima del orgullo de sus amigos y despreciando su inteligencia (creyó que ninguno de ellos llegaría a reconocerse), vio cómo, poco a poco, su vida se iba convirtiendo en una farsa de sí mismo.

Su vida sentimental (siempre compleja) pasó a ocasionarle un sinnúmero de problemas al empeñarse en escoger a sus parejas entre hombres incapaces de valorar su obra, vulgares, física e intelectualmente quizá como forma de asegurarse un control sobre ellos (prueba de que la confianza en sí mismo comenzaba a fallarle). Sus borracheras y su continuo coqueteo con pastillas y drogas acabaron por convertirle en un asiduo de las clínicas para desintoxicación probando todo tipo de tratamientos contra el alcohol y otro tipo de adicciones.

Su triste final supuso la definitiva extinción de una voz propia en el mundo literario que, seguramente, pudo habernos dejado mucho más de lo que nos legó y que, sin embargo, aportó a la literatura de la segunda mitad del siglo XX un soplo de originalidad que basta para situarle entre los mejores autores de su generación.

La biografía capital de Truman Capote está escrita por Gerald Clarke. A lo largo de sus numerosas páginas construye el mapa genético del niño afeminado que lucha por hacerse un hueco en el mundo, pese a todos los obstáculos, y lo consigue. Nos describe el proceso creativo de sus primeros trabajos y las dificultades para dar con finales adecuados; su talento para la vida social y su afán por rodearse de mujeres con clase (al final de sus tiempos confesaría que la clase, como él la entendía, ya no existía, y que las nuevas clases privilegiadas sólo tenían dinero y carencia del mínimo estilo y clase. Nos describe sus relaciones íntimas, alumbrando la parte privada de su vida, de la que tanto dependía y que pudo ser la clave de sus últimos años.

El libro está escrito en la más pura tradición anglosajona lo que la convierte en seminovela de apasionante lectura, al tiempo que cuenta con una voluminosa anotación agrupada en sus últimas páginas, que sustenta la credibilidad del trabajo.

No todos los autores presentan una simbiosis entre vida y obra. En el caso de Truman Capote, y tal vez con la excepción de “Desayuno en Tiffany´s”, esa dependencia es total por lo que la lectura de esta biografía permite un nuevo acercamiento a la narrativa de Capote desde una nueva perspectiva.

¿Hubiera sido más feliz en el caso de no haber visto atendidas su plegarias y haber llevado una vida menos pública y brillante?. La respuesta que él nos habría dado sería, sin lugar a dudas, que no.

12 de septiembre de 2006

Allegro ma non troppo (Carlo M. Cipolla)


El siglo XIX vio la consolidación de las ciencias y, por extensión, del método científico. El prestigio del mismo, y la creencia de que permitiría el rápido desentrañamiento de los misterios de la Naturaleza, acabó por empujar a otros campos del saber a buscar una Verdad positiva e indubitada al tiempo que pretendían parte del prestigio que rodeaba a las ciencias exactas.
De esta manera nacen las Ciencias Humanas, resultado de la aplicación de métodos, terminologías, categorías, etc., tomadas de prestado en otros ámbitos. La Economía se poblaría de ecuaciones buscando reflejar así las pautas de la conducta humana, el Derecho se descompondría en categorías abstractas sobre las que se elaborarían muchas de las codificaciones de finales del siglo XIX, la Historia aplicaría métodos inductivos y así en un largo etcétera, se cimentaría este "pseudocientifismo" que, junto a numerosos e indudables logros, trajo consigo algunos problemas derivados de la aplicación de los métodos de las Ciencias a un objeto de estudio no tan propicio.

De estos excesos, toma el ilustre historiador y economista italiano Carlo M. Cipolla, sus argumentos para sostener tesis totalmente descabelladas pero perfectamente justificadas mediante análisis lógicos y coherentes en sí mismos.

Se recopilan en este breve libro dos "ensayos" publicados previamente a modo de folletos para consumo de amigos del autor, en los que da muestras de que su rigor académico puede igualmente, aplicarse a otros campos menos convencionales.

El primer ensayo hace de la pimienta el motor de la historia de la Humanidad, desde los egipcios hasta edades recientes. Los vaivenes en el comercio de la pimienta justifican las crisis demográficas, las Cruzadas y otros acontecimientos tradicional y erróneamente atribuidos a otras causas.

En este caso, se aplica a la Historia el método ya defendido por diferentes escuelas, según el cuál se parte de una hipótesis de trabajo y, a continuación se buscan los argumentos que justifican dicha hipótesis. Si dichos argumentos logran contrastar la hipótesis, ésta se tendrá por verdadera. Para no estropear la lectura, no desentrañaremos los argumentos esgrimidos por Cipolla.

El segundo ensayo utiliza las herramientas empleadas habitualmente en el campo de la Economía, tomadas prestadas de las Matemáticas, para demostrar que el número de estúpidos, tal y como señalaba ya la Biblia, es incalculable y que los estúpidos están más cerca de nosotros de lo que creemos. De manera amena, y convincente, el autor hace una demostración gráfica de una serie de leyes fundamentales de la estupidez humana tales como:

“Siempre e inevitablemente todos subestiman el número de individuos estúpidos en circulación”

“La probabilidad de que cierta persona sea estúpida es independiente de cualquier otra características de esa persona”

“El estúpido es más peligroso que el bandido”

Si bien es cierto que la extraordinaria ironía desplegada permite terminar la lectura con una sonrisa, queda un toque de amargor: si las conclusiones no fueran tan claramente un despropósito, ¿habríamos sido capaces de advertir la línea entre el fraude y la certeza? ¿Habremos dado por válidas verdades con argumentos tan peregrinos (y falsos) como los utilizados por Cipolla?