Los libros de
Historia nos cuentan qué sucedió y el porqué. Una explosiva mezcla de humillación
nacional, crisis económica e inestabilidad política, llevó a un gran número de
alemanes a dar su voto a un partido que prometía la solución a todos estos
problemas. Y esta explicación, referida a una masa de votantes, parece
aceptable y suficiente. Pero cuando nos acercamos a motivos más concretos, comienzan
a asaltarnos las preguntas. ¿Por qué el panadero Manfred Becker votó a los
nazis?¿Qué empujó al profesor Conrad Lehrer a afiliarse a un partido conociendo
su ideología, o peor aún, incluso desconociéndola?¿Por qué el albañil Edmund
Ziegler, afiliado al sindicato del Partido Socialdemócrata (SPD) aceptó la
situación cuando veía que detenían e internaban a sus compañeros?
Son las personas de
carne y hueso y no los sujetos colectivos los que nos intrigan e inquietan. Decimos
que asesino puede ser cualquiera, pero cuando detienen a uno, los vecinos
siempre se asoman al telediario con caras de sorpresa, “era una persona muy normal”.
También la mayoría de los que votaron a Hitler durante los años treinta eran
personas normales que, de un modo u otro, creyeron actuar del mejor modo
posible y que, una vez se impuso la dictadura, continuaron aceptando los
acontecimientos, por convicción o por temor.
Para aclarar esta
cuestión, William Sheridan Allen realizó un estudio a mitad de los años sesenta
-ampliado veinte años más tarde- y que ha publicado recientemente en España Ediciones
B con traducción de Gabriel Dols. Su peculiar aproximación resultó muy acertada
ya que escogió estudiar el proceso de toma del poder limitando sus
investigaciones a Northeim, una pequeña ciudad del norte de Alemania con unos diez
mil habitantes en los años treinta y en la que la destrucción de la guerra no
alcanzó a borrar demasiados testimonios escritos y registros oficiales. El
autor entrevistó a muchos protagonistas de la historia local, consultó fuentes
estadísticas del Ayuntamiento, fiscales, de la Seguridad Social, actas de
plenos de asociaciones y, sobre todo, información publicada en los diarios locales.
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Estampas de Northeim |
La ciudad se revela
como un objeto de estudio muy apropiado para Allen dadas sus peculiares
características. Northeim era una ciudad con un elevado número de trabajadores asalariados, con una importante
presencia del SPD. Sin embargo, el mayor peso social lo formaba la clase media integrada
por un numeroso cuerpo funcionarial (relacionado con el ferrocarril), artesanos
y comerciantes, el verdadero núcleo social de la población.
En el aspecto
religioso, había un profundo sentimiento luterano siendo los católicos muy
minoritarios y habiendo una escasa presencia de judíos, por otra parte, plenamente integrados en la ciudad. El
sentimiento antisemita se expresaba en términos abstractos y generales, pero cuando
se hace referencia a judíos concretos, estos sentimientos hostiles parecen
desaparecer.
Políticamente, los
trabajadores se inclinaban por el SPD y la clase media por diversos partidos
conservadores, con fuertes elementos nacionalistas y reaccionarios. La vida
social era muy intensa, con innumerables clubes y asociaciones para todo tipo
de fines. Muchas de esas agrupaciones tenían carácter de clase (como las
asociaciones artesanales, el club de tiro o las muy variadas agrupaciones afiliadas
o derivadas del SPD) pero otras muchas eran interclasistas y ayudaban a dar a
la ciudad cierta coherencia social. Los ciudadanos de Northeim tenían cierta
predisposición al militarismo, al menos como reacción a la derrota de 1918.
La prensa recogía
todo el arco de sensibilidades, desde un diario afín al SPD, otro claramente
reaccionario y un tercero de carácter más liberal y con pretensiones de
ecuanimidad y equilibrio.
Y en ese panorama,
alrededor de 1928-1929, tenemos junto a otros muchos grupúsculos y facciones, a
unos pocos afiliados al partido nazi (NSDAP), con escaso reconocimiento social
y no muy valorados por sus conciudadanos. El grupo local del NSDAP no parecía
muy prometedor, y sin embargo, en apenas dos años, se convertirían en el partido
más votado en la ciudad y, tras la elección de Hitler como canciller en 1933,
en los dueños absolutos de la vida ciudadana, prácticamente sin oposición.
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Vista de Northeim desde un mopnte cercano |
Empecemos por el
principio. La estructura central del partido nazi no impartía, por extraño que
pueda parecer, instrucciones concretas sobre el tipo de mensajes a trasladar en
los actos de sus agrupaciones locales. Al contrario, ponía a su disposición un
extenso catálogo de folletos sobre los temas más diversos y un panel de
oradores, cada uno especializado en un tema y con un coste determinado. Cada
agrupación local buscaba la combinación adecuada a su público objetivo y
organizaba el mitin correspondiente. La asistencia a sus actos requería pago, importe
con el que se financiaba la publicidad, al orador y sus dietas así como el
arrendamiento del local. Elegir mal un tema o a un orador podía suponer una
grave quiebra económica, acertar permitía organizar nuevos actos en locales
mayores y contratar oradores más relevantes y, por tanto, más costosos pero que
ofrecían certeza en el retorno económico de la inversión.
Por el método de
prueba y error, las agrupaciones locales fueron afinando cada vez mejor sus mensajes,
al tiempo que la estructura nacional del NSDAP aumentaba su oferta de oradores,
películas propagandísticas, guiones para representaciones teatrales, etc.
Los actos del NSDAP en
Northeim buscaban incidir en el temor de la clase media a una revolución
bolchevique, en la inestabilidad y división de los partidos políticos y en el
victimismo por la derrota en la Gran Guerra, evitando en gran medida otros
temas menos atrayentes como el antisemitismo o las políticas de corte
socialista que podían resultar más apropiados en otras zonas de Alemania.
Para atraer a los
timoratos ciudadanos de Northeim, se organizaban muchas veladas de
entretenimiento con pase de películas, exhibiciones gimnásticas, conciertos de
las SA y, finalmente, algunos discursos. El sistema funcionaba a la perfección
tanto a la hora de ganar adeptos y afiliados, como a la hora de recaudar
importantes sumas, una parte de las cuáles debía ser destinada a la estructura
del partido.
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Desfile nazi por las calles de Northeim |
De este modo se logró
un partido saneado, con un mensaje flexible y adaptado a cada entorno, a las
circunstancias del momento o incluso a las elecciones para las que se pidiera
el voto en cada momento.
Con el pasar del
tiempo, la presión de los nazis se extendió hasta buscar el voto puerta a
puerta o con cartas manuscritas personalizadas dirigidas a cada elector de la
ciudad, un esfuerzo que ponía de manifiesto su energía y decisión a la hora de
conseguir sus fines, lo que era muy valorado por quienes creían que la
situación que atravesaba Alemania requería de un fuerte liderazgo y de unas
medidas radicales que no vendrían de la mano de los partidos tradicionales.
Pero, ¿qué hacían los
rivales del NSDAP? Los partidos conservadores veían con buenos ojos a los nazis
ya que comulgaban con su nacionalismo y su oposición al socialismo. Sin
embargo, no fueron capaces de renovar sus mensajes y la propaganda nazi en Northeim
se dirigió a la captura de su voto por lo que, todo aquel que tuviera ideas
conservadoras terminó por creer más eficaz un voto a favor del NSDAP que a
favor de las dispersas fuerzas tradicionales.
Por otro lado, el SDP
sí vio la amenaza nazi pero no supo interpretarla correctamente. Fiel a su
tradición histórica, mantenía la simbología y referencias revolucionarias.
Cuando los burgueses de Northeim veían las manifestaciones del SPD en las que
cientos de trabajadores desfilaban puño en alto cantando la Internacional,
veían la sombra de Stalin sobre sus casas y negocios. La burguesía de Northeim
temía una revolución marxista, temor que siempre fue utilizado por los nazis.
Ni ellos vieron que en el fondo el SPD había dejado a un lado la vía revolucionaria,
ni estos supieron tender puentes hacia las clases medias que les permitieran
crecer electoralmente para hacer frente al empuje nazi que siempre supo sacar
partido del temor de las clases medias, azuzado por el crecimiento del paro y
la pobreza según profundizaba la crisis económica.
Cuando el paro se
cebó con los asalariados de Northeim, incluso sufrieron una leve pérdida de
votos a favor del Partido Comunista o incluso del propio NSDAP. Siendo el
primer partido en número de votos en Northeim, gracias al fraccionamiento del
voto conservador, no lograron frenar al NSDAP que sí supo hacerse con el voto
de la clase media y de las conservadoras poblaciones rurales de los
alrededores.
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Acto de las Juventudes Nazis |
Otro error cometido
por el SPD fue creer que los nazis tratarían de imponerse mediante un golpe, siguiendo
el modelo del putsch de 1923, para lo
que prepararon medidas de contraataque, planes concretos de movilización,
potenciaron su organización paramilitares y, en definitiva, se prepararon para
defender la República de Weimar de un ataque exterior.
Pero lo que ocurrió
les sorprendió. Los nazis alcanzaron el poder a través de unas elecciones y
comenzaron poco a poco a cercenar derechos, dictar leyes que dificultaban o
imposibilitaban la acción de la oposición. Pero nunca hubo una línea roja que
marcase el momento en el que había que desencadenar la acción armada en defensa
de la República, y cuando estas líneas ya habían sido cruzadas sobradamente,
los nazis habían conseguido acorralar a toda la oposición, dividirla, expulsarla
de las instituciones y desarmarla. Sin lucha, sin oposición relevante, los
nazis habían tomado el poder y podían aspirar a dominar todos los aspectos
sociales, económicos y culturales de Northeim y del resto de Alemania.
En esos fatídicos primeros
meses tras el nombramiento de Hitler como canciller, los nazis de Northeim
(donde el NSDAP había logrado una mayoría aplastante de votos), mediante las
más variadas presiones y manipulaciones, lograron hacerse con el poder de todos
los clubes y asociaciones que habían creado y mantenido una intensa vida social
en la ciudad. Apenas quedó una sola institución cuyo comité de dirección no
estuviera compuesto por nazis y afines, fuera fusionada con alguna asociación
nazi similar o disuelta si pertenecía al SPD.
La pluralidad social
desapareció hasta el punto en el que las relaciones sociales perdieron todo
interés. Según recuerdan algunos northeimeses, incluso en veladas privadas, los
anfitriones sentían la obligación de informar a las autoridades cuando alguno
de sus invitados expresaba dudas sobre la política del Reich, temiendo que otro
asistente se adelantara y les tomasen por desafectos al régimen.
Al romper la
pluralidad social, los individuos pasaban a formar parte del pueblo, del mítico
Volsk de la propaganda e imaginería
nazi, superando la política de clases y la división política. Pero en el fondo,
no se perseguía otro objetivo que aislar a los individuos, anular cualquier
tipo de relación fuera de la tutela del Estado, subordinar toda actividad a un
fin común al que todos se debían y del que los nazis actuaban como vicarios.
En ese mismo periodo,
las acciones contra comunistas y, en menor medida, socialistas, fueron
continuas, con registros y detenciones casi diarias. Sin embargo, según avanzaba
el año 1933, la represión expresa fue disminuyendo y hasta la caída del régimen
nazi, el mayor instrumento en manos del NSDAP fue el temor de los northeimeses.
Nadie tenía dudas de lo que los nuevos jefes locales eran capaces de hacer por
lo que la oposición tomó una única forma de expresión: la indiferencia. Los
ciudadanos de Northeim se acostumbraron a acudir a los actos “obligatorios” (el
cumpleaños de Hitler, el día del trabajo, ….) cumpliendo con el ritual de
saludar con el brazo en alto, engalanar las ventanas o suscribirse al nuevo
periódico local nazi. Sin embargo, el entusiasmo y empuje de los primeros días,
la marea contagiosa, fue decayendo y ningún tipo de presión logró recuperarla.
Por una parte,
durante el periodo 1929-1933, la actividad política en Northeim había sido
continua, con actos casi todas las semanas. Una vez lograda la victoria, el
sentimiento de urgencia que pudo tener la clase media remitió. Dado que la
asistencia a los actos pasaba a ser obligatoria para muchos ciudadanos, dejó de
funcionar el antiguo método de prueba y error que permitía ajustar mensajes y
estos comenzaron a seguir derroteros que apenas interesaban a nadie.
La afiliación al
NSDAP pasó a ser el recurso de muchos para conservar el puesto de trabajo,
lavar pasados dudosos o tratar de medrar como arribistas. Las disensiones
dentro del NSDAP entre los viejos afiliados y los recién llegados se
entremezclaba con la permanente queja del sector idealista que consideraba que
el partido se estaba alejando de sus metas iniciales y cayendo en una espiral
de violencia y corrupción (probada documentalmente en el caso de Northeim).
Así se alcanzó en Northeim
un status quo en el que la mayoría de
la ciudadanía se adhería nominalmente al régimen sin crear problemas a las autoridades
y éstas limitaban sus decisiones. Por ejemplo, los intentos por acabar con el periódico
liberal para evitar competencia al periódico local nazi concluyeron con un
incremento del número de suscriptores como reacción popular. Por otro lado, las
relaciones personales en un pequeña ciudad actuaron como freno (el propio
alcalde, nazi violento y furibundo, intercedió a favor del senador local del
SPD, de quien fue vecino en la infancia). Tampoco hubo acciones antisemitas
relevantes en comparación con las ocurridas en ciudades más grandes de Alemania.
Tradicionalmente se
cree que el primer gobierno nazi, mediante una política keynesiana de gasto
público, logró mitigar el desempleo y remontar la depresión económica. Sin
embargo, en lo que respecta a Northeim, muchas de las medidas aplicadas habían
sido previamente propuestas por el SPD y rechazadas por el NDSAP. Por otro
lado, se hizo un tremendo esfuerzo para implicar (“obligar” sería más acertado)
a los empresarios locales en la contratación de parados. Las colectas a favor
de los desempleados eran continuas, y una hucha en manos de un oficial de las
SA no es algo que pueda ser despreciado sin riesgo físico. Tampoco podemos
olvidar que había un importante número de oportunidades de empleo para cubrir
las vacantes de quienes habían sido purgados, despedidos por motivos políticos
o encarcelados. Cuando llegaron los fondos estatales (aprobados antes de la
llegada al poder de Hitler) se emplearon en actividades intensivas en mano de
obra (construcción fundamentalmente) procurando resolver el problema de la
vivienda y haciendo un gran esfuerzo de restauración y adecentamiento de la
ciudad que pasó a convertirse en un importante centro turístico.
Otro hito conseguido
por los nazis de Northeim fue llevar a la ciudad un acuartelamiento del
Ejército, lo que conciliaba con el sentimiento militarista y patriótico de sus
habitantes pero también con sus intereses económicos. La intendencia militar
supuso una importante demanda para productores locales de todo tipo y los
empleos administrativos que el Ejército creó contribuyeron al pleno empleo.
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Primer gabinete de Hitler |
Curiosamente, el
Ejército se convirtió en refugio de algunos socialistas ya que era una de las
pocas instituciones aún sin influencia nazi excesiva durante estos primeros
años.
Está claro que muchos
supieron ver estas ventajas y que la pérdida de libertad individual era el
precio que se debía pagar. Según Allen, antes de que los nazis llegaran al poder,
pocos northeimeses sabían realmente qué tipo de política aplicaría el NDSAP
ante lo ambiguo de su mensaje. Pero nada de esto exime de responsabilidad a los
habitantes de Northeim. Su acomodo a las circunstancias no les libró de la
destrucción y la miseria que habría de venir, y además contribuyó a la muerte
de cientos de miles de inocentes.
Conocer las
circunstancias por las que unos u otros terminaron votando o afiliándose al
Partido Nazi nos ayuda a comprender el proceso, a convencernos de que muchos de
nosotros podríamos haber actuado del mismo modo en idénticas circunstancias.
Pero explicar y comprender una secuencia de hechos no equivale a compartirla o
justificarla. Aprender de la Historia, no nos engañemos, no impedirá que
volvamos a cometer los mismos errores, pero ya nunca podremos decir que no
sabíamos lo que ocurriría.