Este libro narra la vida de un joven camarero que descubre a una temprana edad el poder del dinero y aspira a su disfrute. Observando a los clientes de los diferentes hoteles por los que le lleva su ascendente carrera, comprende cómo el dinero brinda admiración, impunidad, mujeres, elegancia, ...
Pese a la aparente contradicción entre sus aspiraciones y su humilde trabajo, el pequeño protagonista, no cae en ningún momento en el desaliento sino que prospera, de hotel en hotel y de ciudad en ciudad, hasta llegar a uno de los más lujosos establecimientos de Praga. Sin embargo, su carrera no finaliza en este punto, sino que, en sucesivos avatares construye su propio hotel, envidia de todos los hoteleros de Checoslovaquia y media Europa.
El éxito ha llegado a su vida pero no todo parece encajar. Su condición de millonario no le abre las puertas de la gran clase, sus orígenes humildes y el modo en que logra la fortuna le acarrean odios y envidias. La soledad es lo único que el dinero le ha garantizado. Sus intentos por congraciarse con sus colegas durante el periodo comunista no logran el resultado querido y finalmente decide retirase al paisaje más remoto que haya en el país.
Como contexto histórico, se van sucediendo acontecimientos de la historia checa, desde la ocupación nazi y la consiguiente lucha de resistencia, al periodo comunista. Estos hechos tan desgraciados, son narrados por Hrabal con un total desenfado de modo que, sin ocultar los aspectos más trágicos, el tono de la narración nunca se torna pesaroso. Quizá una de las mejores imágenes de toda la novela sea la parábola de la ocupación comunista reflejada en el encarcelamiento de los millonarios y la vida que llevan en prisión, conviviendo con sus guardianes. Escenas como ésta, mezcla de ternura y surrealismo, son las que, a mi entender, dan la medida de la novela y de la riqueza literaria del autor.
Por ello, lo más destacable de la novela es el tono de la misma. El protagonista se ve envuelta en historias totalmente inverosímiles que asume con plena naturalidad. Sea una comida servida para el rey de Abisinia, un concierto a media noche en una aldea perdida o un niño cuya obsesión es martillear clavos, lo absurdo acaba por imponer su fuerza convirtiendo a los personajes en meros actores-títeres.
El protagonista de la novela es un personaje complejo que comienza como una persona de tremendas ambiciones y numerosas tretas para salvar su escasez de recursos, al modo de la tradición picaresca española, y acaba como una mezcla de Sancho Panza y don Quijote, mediando entre los sueños imposibles y el descubrimiento de la realidad velada. Esta tensión se va poniendo de manifiesto de manera gradual a lo largo de las páginas del libro de manera magistral, acabando por cerrar un círculo imposible.
Como no puede ser de otro modo, la escritura de Hrabal, al igual que la de todo autor checo del siglo XX, no escapa de las comparaciones con la obra de Kafka. Buscando paralelismos, es posible relacionar “Yo que he servido al Rey de Inglaterra” con “América”, en su dimensión dickensiana, si bien, ni el tono de ambas novelas es el mismo, ni la intención de los autores es coincidente. Quizá sea en los pequeños cuentos de Kafka, en los que lo imposible es asumido como real, donde podemos encontrar una escritura similar a la de Hrabal (o viceversa). Por ello, y para hacer justicia a ambos, es preferible no tratar de forzar comparaciones.
Bhoumil Hrabal es un autor clave en el mundo centroeuropeo surgido tras la Segunda Guerra Mundial y su modo de escribir nos enseña, desde una perspectiva diferente, cómo afronta el hombre estos nuevos cambios y, por tanto, qué hay de permanente en él, cuál es su esencia. Su humanismo se pone de manifiesto en el cuidado con que trata a sus personajes y el respeto que siente por los mismos. La elección en sus obras de un tono sencillo, humorísticos en algunos casos, no nos debe llevar a engaño sobre la trascendencia de los temas que plantea.
- Una soledad muy ruidosa (Bohumil Hrabal)
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