Las leyendas no suelen ser vistas con indiferencia. Muchos las han considerado como la expresión del pueblo y así se han querido preservar, al igual que muchas otras manifestaciones del arte popular, recogiéndolas por escrito y fijándolas. Estas leyendas son, por tanto, el fruto del espíritu de los pueblos y su elaboración a través de la tradición oral representa el acervo de una nación. El romanticismo y el nacionalismo de finales del siglo XIX fueron caldo de cultivo de esta tendencia.
Otros sostienen que las leyendas no son otra cosa que la muestra de una tradición que ata a los pueblos a un pasado empobrecido, tanto en lo material como en lo artístico. Las pequeñas moralejas con que suelen concluir son expresión de una superstición vacía y de la negación del progreso.
En fin, lo que es cierto es que su lectura resulta siempre entretenida (no en vano sólo han llegado a nosotros aquellas que guardan mayores méritos, a diferencia de la literatura actual que vomita los libros con independencia de su valor y procedencia). Por ello resulta refrescante sumergirse en su lectura. Las leyendas de otros países cuentan con la ventaja añadida de no ser conocidas previamente por el lector y de contar con cierto exotismo que las hace más atractivas.
Estos dos libros (El Golem de Praga. Leyendas del Gueto judío y El Golem duerme en Praga) presentan diferentes leyendas – en algunos casos coincidentes aunque con variaciones interesantes- relacionadas con los judíos de Praga. Así, encontramos la explicación del nombre de la sinagoga Vieja-Nueva, el origen del asentamiento de los judíos en Praga y de los privilegios y persecuciones de que fueron objeto.
También aparecen nombres ilustres como el rabino Löwy, Maisel, Pinchas o Rodolfo II. Se nos cuenta la leyenda de la creación del Golem – esa figura antropomorfa de barro cocido que sólo obedecía las órdenes del rabino Löwy y cuyo fin era proteger a los judíos de las iras de los praguenses. Ésta quizá sea la leyenda praguense más conocida ya que ha sido llevada al cine en numerosas ocasiones y Gustav Meyrink publicó en 1915 una estupenda novela sobre la base de esta leyenda.
Como final haré un breve resumen de uno de los episodios relatados sobre la vida del rabino Löwy y que es un ejemplo perfecto del tipo de leyenda recogido en estos dos libros. Este episodio lo he leído en diferentes contextos históricos y con otros personajes lo que muestra hasta que punto la tradición oral se adapta a cada lugar concreto.
El emperador Rodolfo II invitó a su mesa al rabino Löwy. El camarero real colocó en el centro de la mesa dos bandejas de plata, cada una de ellas con un pescado, pero de diferentes tamaños, uno pequeño y otro grande. El emperador, dubitativo, y no sabiendo cómo proceder, invitó al rabino a que se sirviera en primer lugar. Éste, tras meditarlo durante unos instantes, escogió la bandeja con el pescado mayor, no dejando otra opción al emperador que servirse el pescado pequeño.
El emperador, irritado, preguntó al rabino por el motivo de su proceder, tan poco respetuoso con el emperador que le había invitado a su mesa. El rabino, sorprendido, le preguntó que qué habría hecho él en su lugar, a lo que Rodolfo II contestó sin dudar que habría tomado la bandeja con el pescado pequeño dejando a su invitado el más grande. Pues bien, contestó el rabino, en ese caso tu voluntad habría sido que tú tuvieras el plato pequeño y yo el grande, y así lo he hecho, por lo que he respetado tu voluntad. Ante lo cuál el emperador felicitó al rabino por su sabiduría y mandó al camarero que le trajera un nuevo pescado del mismo tamaño que el que comía el rabino recién sacado de las aguas del Moldava.
- El Golem (Gustav Meyrink)