Libertad es la última obra de David Fernández Rivera, un autor que ya ha aparecido en dos ocasiones previas por estos lares. Como en los casos anteriores, este libro representa un salto adelante, un desafío, no solo para el lector, sino principalmente para el propio autor, dotado de una valentía y audacia a partes iguales que sabe conjugar con una coherencia desarmante.
Su proyecto literario evoluciona de un modo natural e implacable, llevando a David cada vez a territorios menos transitados, casi inhóspitos, pero que convierte en fértiles para quienes siguen sus pasos en una aventura de la que los que somos fieles lectores gozamos entre el asombro y la extrañeza.
Porque toda la obra de David tiene esa cualidad inclusiva por la que, si el lector renuncia a sus prejuicios y convencimientos, le permitirá abrirse a un arte diferente, uno que puede emocionar y romper, consolar o remover, convirtiéndose así en partícipe de este extraño viaje. Ahora bien, si quien se acerca a estas páginas no se abre en canal a la experiencia, las palabras, los fonemas, las imágenes y partituras se cerrarán como el secreto inquebrantable de los antiguos arcanos.
Libertad es una obra que aúna diversos tipos de poesía. Así, encontramos poemas verbales, a los que David Fernández no renuncia, acompañados de poesía fonética, visual y de partituras gráficas. Esta variedad en cuanto al modo de expresarse del autor, no hace sino aumentar el valor que la obra tiene a mis ojos y facilitar de un modo más directo e inmediato su delicada poética.
Poema visual Agonía - David Fernández Rivera en Peñarroya-Pueblonuevo
Libertad es el sustantivo que expresa la idea de potencia, de posibilidad, de independencia. Y la premisa de toda libertad, pese a no ser siempre bien comprendida, es la de despojarse de ataduras, de todo lo superfluo que llevamos con nosotros, que acumulamos en forma de experiencias o traumas. No es libre quien se ciñe a dictados ajenos, quien asume herencias de terceros como propias. Sí lo es quien atesora un pasado y unas circunstancias para trazar con ellas un nuevo mapa según se van descubriendo ensenadas, lagos, cabos o desiertos que una vez cruzados no han de volver a pisarse.
La libertad es, por tanto, un esfuerzo consciente de despojo, de desapego, de romper ataduras. En este sentido,Libertad es un claro ejemplo en el que resuena una poética que no se rinde a expresiones convencionales, como ya nos tiene acostumbrados David Fernández en el resto de su obra. Todo lo contrario, Libertad representa un ejercicio de desarbolamiento de la lírica hasta dejarla reducida a un mínimo puro, en ocasiones algo inaccesible.Y es aquí donde radica la esencia libertaria de esta obra, ya que permite aflorar en el lector las más diversas interpretaciones, ecos o emociones, independientemente de las emociones, sentimientos, reflexiones... que haya buscado proyectar el autor en ella.
En mi caso, hay poemas verbales como “Luto”, que tocan algo profundo, miedos hundidos en el fondo del estómago que David sabe buscar y exponer sin miramientos. En otros, como "Pisadas" he podido entrever un pequeño camino de rocas por el que se debe transitar entre saltos ágiles y rápidos y solo al concluir, he descubierto los peligros sorteados y he podido reconstruir la ruta completa que me ha llevado hasta ese punto.
El delirio
succiona
el orfanato
hacia la veleta
subyugada
en la retina.
(Fragmento de "Luto" )
Pero la libertad también se refiere, en un segundo sentido, a la forma en que nos conducimos y expresamos. Y es éste tal vez uno de los aspectos más evidentes en este poemario. En las páginas de Libertad se combinan, al mismo nivel, y esto es lo relevante, los textos con las imágenes y los sonidos.
Dentro de las propuestas artísticas de Libertad, destaca una suerte de partitura coral que se despliega saliendo del libro en una página doble; también merece especial mención el poema fonético “Zashima”, disponible en su registro escrito y recitado por el propio autor, accesible vía código QR, la tecnología al servicio del Arte.
David es ajeno al ego de quien pretende atraer a los lectores a su visión no creyendo ésta más verdadera y válida que la de quien se enfrente a sus poemas. Y esta idea tiene su lógica contraparte en el hecho de que la elaboración poética aquí recogida se realiza con la total abstracción del posible destinatario, es una poesía, por tanto, que nace de la intimidad del autor, de sensibilidad extrema. Nos llega sin ese escudo protector, aunque sea inconsciente, de quien escribe con la perspectiva de ser leído e interpretado, nos alcanza exponiendo a su autor de forma directa y descarnada.
Libertad ha sido publicado en 2021 por Amargord Ediciones y desde la portada nos asalta la obra de David mediante el poema visual “Big Bang”. José Luis Zerón Huguet prologa el libro poniendo al lector en contacto con el trabajo previo de David, su talento en campos muy diversos, y también arroja algunas ideas muy útiles antes de enfrentarse a la lectura. Así llegados, al concluir ésta, se abre el interrogante habitual tras todas sus obras, ¿cuál será la próxima frontera que hará saltar por los aires?, ¿cuál será el desafío que, sin duda, asumirá?
No lo sabemos, probablemente tampoco David tenga la respuesta, solo la intuya. Igual que ha abordado lo textual, lo fonético, lo visual y lo sonoro en una expresión única que no renuncia a nada, es posible que continúe por esta vía. El abandono de una lírica más tradicional forma parte del anhelo por buscar nuevas formas de entender lo lírico, de reflejar sentimientos o estados, pero no de un intento forzado de experimentación. Por ello, creo que la evolución de su poética irá respondiendo a las necesidades de expresión y emocionales del propio autor como ha sido hasta la fecha. Pero, sea como sea su próxima obra, en el tránsito siempre podremos revisitar Libertad y sus anteriores libros, sabiendo que en ellos descubriremos nuevas claves que los iluminarán desde diferentes perspectivas. Porque si algo puede definir la obra de David Fernández es que nunca se agota, nunca defrauda.