Psiquiatras, psicólogos y otros enfermos es un libro que parte de una premisa alentadora: los seres humanos son felices hasta que se cruzan con los cenizos y frustrados profesionales de la salud mental, que dedican su vida a demostrar a sus congéneres cuán equivocados están en relación a sus propios sentimientos, llevándolos a preguntarse si realmente son felices, marcando así el momento en que dejarán de serlo durante el resto de sus vidas.
Rodrigo es el protagonista de la novela. Su vida es aparentemente satisfactoria, trabaja en la empresa de su padre, tiene dos hijos, una hermosa mujer, una casa en una urbanización de lujo... y un cuñado psiquiatra que le hará aflorar una fobia por los botones. Esta circunstancia tan irrelevante le llevará a través de las consultas de psiquiatras, psicólogos, terapeutas, curanderos, homeopatas, acupunturistas, etc, para acabar por descubrir en cada visita una nueva enfermedad o temor que ahondan un poco más en su camino de perdición.
Cualquier lector puede considerar que el argumento tiene gancho suficiente para entramar una serie de escenas hilarantes que pueblen la novela. Sin embargo, el autor parece perder el aliento a la mitad de la novela para no recuperarlo hasta el final de la misma, algo alejado de la vena satírica de las primeras páginas.
Lectura agradable y sencilla que puede suscitar alguna reflexión en torno a la posición que estas profesiones ocupan en las sociedades modernas y que, en muchas ocasiones, no responden sino a un intento de psicologizar los comportamientos y las personas.
Rodrigo es el protagonista de la novela. Su vida es aparentemente satisfactoria, trabaja en la empresa de su padre, tiene dos hijos, una hermosa mujer, una casa en una urbanización de lujo... y un cuñado psiquiatra que le hará aflorar una fobia por los botones. Esta circunstancia tan irrelevante le llevará a través de las consultas de psiquiatras, psicólogos, terapeutas, curanderos, homeopatas, acupunturistas, etc, para acabar por descubrir en cada visita una nueva enfermedad o temor que ahondan un poco más en su camino de perdición.
Cualquier lector puede considerar que el argumento tiene gancho suficiente para entramar una serie de escenas hilarantes que pueblen la novela. Sin embargo, el autor parece perder el aliento a la mitad de la novela para no recuperarlo hasta el final de la misma, algo alejado de la vena satírica de las primeras páginas.
Lectura agradable y sencilla que puede suscitar alguna reflexión en torno a la posición que estas profesiones ocupan en las sociedades modernas y que, en muchas ocasiones, no responden sino a un intento de psicologizar los comportamientos y las personas.