14 de septiembre de 2014
El Teatro de Sabbath (Philip Roth)
4 de enero de 2011
El mal de Portnoy (Philip Roth)
Y con el tiempo se avergonzará de su apellido, claramente judío: de su nariz, insultantemente semita, de su pelo y de su familia. Envidiará a los briosos capitanes de los equipos de la Liga Universitaria y sus espectaculares y rubias novias goyim. Ansiará poseerlas para lo que fabula encuentros en los que sustituye su nombre por Bob, Jack o cualquier otro que a sus oídos parezca protestante y sajón, y en los que su nariz deja de ser un problema omnipresente.
Portnoy ha logrado un importante puesto como abogado responsable de un Comisionado para la Protección de las Personas desde donde lucha por garantizar la justicia, azotar a las grandes corporaciones y, en definitiva, ganar la santidad a que aspira la mitad de su ser. Pero mientras tanto, su otra mitad, “se mata a pajas” (sic) en su desolado apartamento o mantiene relaciones con su estereotipo de mujer ideal que va desde una activista de los derechos civiles a una psicótica (al menos tanto como él) a quien tratará de redimir de su pobre bagaje cultural, lo que lleva a la mutua frustración y a una ruptura abrupta.
5 de septiembre de 2008
Me casé con un comunista (Philip Roth)
Phillip Roth ha sabido combinar un estilo narrativo propio con un puñado de temas que, pese a aparecer recurrentemente a lo largo de toda su obra, se turnan a la hora de figurar como principal motivo de cada una de sus novelas.
Los temas que Roth aborda van desde el judaísmo en sus múltiples facetas (la posición actual de los judíos, su papel social, la tensión entre tradición y modernidad, los traumas derivados de la "asimilación", etc), hasta la historia de su país, Estados Unidos, que aborda desde una perspectiva de historia-ficción (La conjura contra América) o desde la posición de un cronista riguroso (Pastoral americana).
Me casé con un comunista se considera incluida en la denominada "trilogía americana" del autor (junto a Pastoral americana y La mancha humana) y repasa los orígenes y consecuencias del macartismo en la vida americana, no desde un punto de vista general, sino como suele hacer Roth, a través de la vida del protagonista de su libro.
No es éste sin embargo el único tema que aflora en sus páginas. El compromiso y coherencia personales, la manipulación de la opinión pública, la maleabilidad de la conciencia ideológica en los jóvenes de vida acomodada, el complicado equilibrio en las relaciones matrimoniales en las que los extremos aparentemente más irreconciliables parecen encajar por motivos diversos, o incluso el papel del Arte como intrumento para acercar la Revolución o para crear la Belleza.
Como en otras ocasiones, el narrados es Nathan Zuckerman, alter ego del autor que, como él, es un escritor maduro de cierto prestigio que coincide con Murray, un profesor de su juventud, quien con su entusiasmo y pasión le transmitió el amor por la literatura. Sin embargo, el joven Zuckerman, más que por Murray, siente admiración por el hermano menor de aquél, Ira Ringold, en ese momento célebre actor de un programa radiofónico, casado con una estrella del cine mudo de los años veinte y también actriz radiofónica.
Ira transmite a Zuckerman su pasión política, sus ideas progresistas, sus valores morales, y todo ello cae sobre tierra fértil, un joven que sueña con la libertad, la igualdad, el cambio social y cuya máxima aspiración es parecerse a Thomas Paine. La amistad entre ambos se estrecha, lo que acarrea problemas familiares en la casa de los Zuckerman y una creciente radicalidad en el joven pupilo lo que tensa las siempre complejas relaciones padre-hijo.
Finalmente, la Universidad y otras influencias alejan ideológicamente a Nathan de Ira, comenzando una nueva etapa en la vida de Zuckerman. Poco después, Ira Ringold es despedido de su programa radiofónico tras aparecer en varias listas de sospechosos de pertenecer al Partido Comunista y de la publicación de un libro, supuestamente escrito por la mujer de Ringold, que lleva por esclarecedor título "Me casé con un comunista".
El lector asiste a la reconstrucción completa de la vida de Ira Ringold a través de dos fuentes combinanadas. De una parte, Zuckerman narra su perspectiva, describe la influencia de Ringold en sus años de juventud y los motivos de la misma; de otra, Murray -el hermano mayor de Ringold- completa los espacios en blanco (por ejemplo la infancia o su vida tras la caída en desgracia) y aclara y matiza los hechos ya conocidos por Zuckerman (conoceremos así porqué Ira adoptó a Zuckerman o porqué se casó con una mujer tan alejada de sus presupuestos ideológicos).
De este modo participamos en un interesante juego en el que el lector conoce primero unos hechos de una fuente y luego ve cómo estos van siendo corregidos, debiendo hacer un continuo esfuerzo por readaptar la visión que sobre Ira Ringold se ha ido haciendo.
En este proceso contemplamos, como telón de fondo, la vida americana. Sus contradicciones, segregación racial durante la Segunda Guerra Mundial, las bandas organizadas de delincuentes, la miseria de la Depresión, pero también la alta sociedad de la Costa Este, sus lujos o sus intrigas políticas y, en medio, la vida de una inmensidad de americanos que no sabe cuál es la naturaleza verdadesra de su país, la de unos o la de otros y que sólo desea vivir en paz y liberarse del miedo y la angustia que les ocasiona el bombardeo continuo de ese miedo difuso, sea a una guerra con los rusos o al derrumbamiento del capitalismo, que con tanto éxito se emplea para anestesiar a una sociedad.
Como ya he comentado, la perspectiva de Roth parte siempre del individuo y es a través de sus protagonistas como conocemos el contexto histórico o social. Esta interesante aproximación tan frecuente en sus obras se adapta perfectamente a su estilo narrativo, denso en ocasiones, mesurado y preciso. A diferencia de los autores que nos describen una sociedad para encajar luego en ella a sus personajes de manera que el lector conozca sus condicionantes, Roth prefiere mostrarnos a las personas de modo que nosotros comprendamos cómo, de la suma de dichos individuos, se ha amalgamado la sociedad que conocemos.
Sin duda, este enfoque no es apto para lectores perezosos, pero todos aquellos que se dejen seducir, verán recompensado su esfuerzo. Si la novela debe ser algo diferente a otras ramas del conocimiento, si debe ser algo más que la reformulación de hechos ya sabidos, si realmente pretende ofrecer un conocimiento original, Roth es un gran novelista.
5 de abril de 2008
Operación Shylock (Philiph Roth)
Apenas recuperado de los efectos alucinógenos del Halcion, un medicamento para combatir sus problemas de sueño tras una operación de rodilla, y previo a un viaje a Jerusalén para hacer una entrevista a su amigo, el escritor judío Aarón Appelfeld, con vistas a su posterior publicación en el New York Times, Philip Roth es informado de que alguien que se hace por él, está concediendo entrevistas a la prensa israelí y se propone la divulgación de una extraña teoría: el diasporismo.
La diáspora representa la expulsión del pueblo judío de la Tierra Prometida y su dispersión por el mundo. Frente a esta fuerza centrífuga, Thomas Herzl fundó el movimiento sionista que propugnaba, entre otras ideas, el regreso del pueblo elegido a Israel y la fundación de un estado judío como forma de acabar con el antisemitismo y la persecución a los judíos. Es conocido que las tesis de Herzl, pese a la incertidumbre y dudas que las rodearon en sus inicios, fueron ganando adeptos y finalmente se aceptaron internacionalmente tras el Holocausto.
La creación del estado de Israel, y el consiguiente desencadenamiento de sucesivas guerras ha supuesto uno de los mayores factores de inestabilidad en el mundo occidental moderno, hasta el punto de que el conjunto de pueblos árabes se opone a Israel y están dispuestos al exterminio judío, deseo que puede hacerse real cuando un país árabe tenga acceso a armamento nuclear. De ahí que surja una nueva teoría, el diasporismo, que defiende la necesidad de que los judíos de la diáspora, los hijos de los antiguos judíos europeos retornen a una Europa que les apoye y proteja, alejándolos así de su posible exterminio a manos de los árabes y de la inmoralidad de un Estado que, para sobrevivir, ha perdido toda referencia moral. De este modo los judíos, para seguir siéndolo, deben alejarse de su Estado, recuperando la idea del judaísmo tal y como se ha venido entendiendo a lo largo de la historia y que es, en esencia, el judaísmo de la diáspora, que ha traído al mundo logros como los que representan Freud, Einstein, Heine. Marx o Kafka, entre otras muchas brillantes mentes judías.
Cuando el Philip Roth auténtico viaja a Jerusalén se encuentra con el "falso" Philip Roth (idéntico físicamente, idéntico en su manera de actuar, en su voz, en su ropa, ..), pero hechizado por su némesis, evita denunciar a la policía la suplantación. Antes bien, el real Roth asume el papel del falso Roth y defiende entusiastamente el diasporismo ante un antiguo compañero de Universidad árabe al que reencuentra casualmente en la Ciudad Santa. Ambos Roth intercambian de continuo sus respectivas personalidades en una compleja competición mutua por anular al otro. El falso Roth acude a la habitación del hotel donde se hospeda el Roth verdadero, registrando sus pertenencias, éste se acuesta con la novia de aquél, etc.
Ambos acuden a las sesiones del juicio que tiene lugar para encausar a un ciudadano norteamericano de origen ucraniano a quien todas las fuentes apuntan como el despiadado Iván el Terrible, tristemente célebre en el campo de Treblinka. El juicio parece representar una justificación de los poderes del estado judío que no quiere dejar de jugar la partida del victimismo mientras comete atrocidades sin nombre. Víctimas o verdugos en ambos bandos actuando del modo que reprochan al otro campo.
Finalmente el falso Roth, que no ha conseguido ser aceptado por el verdadero, desaparece de escena y el Mossad propone a Philip Roth realizar una misión en Grecia gracias a la publicidad e interés que ha levantado el diasporismo en aquellos que parecen apoyar la causa árabe.
Esto es, en esencia, lo principal de un argumento complejo y con numerosas ramificaciones e implicaciones que van desde lo anecdótico, hasta las más profundas reflexiones sobre el estado de Israel, el papel de la revuelta palestina o el juego de espejos entre verdad y mentira.
La novela es lo suficientemente rica en detalles como para poder aproximarse a ella desde numerosos puntos de vista. Quizá uno de los más genéricos y que permite explicar la mayor parte de sus páginas es la idea de la dualidad. Casi cada elemento de la novela y cada personaje se explica por dicha dualidad. Dos Philip Roth que, por momentos, se fusionan al asumir uno el papel del otro. El árabe compañero de facultad de Roth en su juventud es ahora partidista y fanático, reproduce inconscientemente el esquema de lucha y odio que heredó de su padre y trata de inculcar en su hijo la misma semilla que rechazó en su juventud.
Los inofensivos taxistas árabes parecen capaces de las mayores atrocidades, mientras un fiero soldado israelí aprovecha la oportunidad de confesar a Roth sus contradicciones morales más profundas al tener que servir como soldado en un conflicto que apenas siente como propio mientras sueña con el fin de su servicio militar para emigrar a los Estados Unidos. Los más aguerridos defensores de la causa palestina parecen por momentos confidentes de los servicios secretos judíos y las locuras altruistas de un viejo inválido sobreviviente de los campos de concentración nazis que desea financiar con un millón de dólares el diasporismo, resultan no ser tan desinteresadas como se presumía.
Incluso la realidad histórica posterior a la redacción de la novela parece jugar a este festival de equívocos. Demjanjuk, el sospechoso de ser Iván el Terrible, aparenta ser un inofensivo hombre de familia, acompañado en el juicio por su hijo, representación de la vida familiar y religiosa que vivía en Estados Unidos. Roth lo considera, precisamente por esa normalidad, culpable de los terribles hechos que se le imputan Sólo quien ha cometido tales crímenes, quien ha vivido todas las emociones y furias en tan pocos años, como Iván el Terrible, puede quedar agotado y satisfecho, asumiendo una vida totalmente gris e inocua. Su vulgaridad es la mayor prueba de su culpabilidad. Y sin embargo, tras la inicial condena a muerte será absuelto al demostrarse que su condena se basó en pruebas falsificadas por la KGB.
Operación Shylock toma su nombre del personaje de El mercader de Venecia, la famosa obra de Shakespeare en la que aparece el prototipo de judío según los cánones del antisemitismo. Shylock es el prestamista judío que financia a Antonio, a quien odia, con el compromiso de que, en el caso de no recuperar su dinero, podrá cobrarse una libra de carne de Antonio. Pero de verdugo, pasa igualmente a víctima cuando el Dux de Venecia descubre que Shylock está involucrado en una conspiración contra su poder lo que da lugar a la conversión de verdugo en víctima y al inolvidable discurso: ¿El judío no tiene ojos? ¿El judío no tiene manos, órganos, dimensiones, sentidos, afectos, pasiones? ¿No es alimentado con la misma comida y herido por las mismas armas, víctima de las mismas enfermedades y curado por los mismos medios, no tiene calor en verano y frío en invierno, como el cristiano? ¿Si lo pican, no sangra? ¿No se ríe si le hacen cosquillas? ¿Si nos envenenáis no morimos? ¿Si nos hacéis daño, no nos vengaremos?”.
Shylock representa al judío avaro, egoísta pero, al tiempo, representa a la víctima del odio gentil y es esta contradicción la que planea constantemente sobre este libro de Roth. Desde el punto de vista de Roth, empeñado en ofrecer su visión del judaísmo a lo largo de toda su obra, éste será el principal tema de su novela. Sin embargo, como gran escritor que es, Operación Shylock alumbra más contradicciones y juegos de espejo ajenos a lo judío, que convierten su lectura en un constante examen de conciencia al lector atento; así, las contradicciones que todos acarreamos y el modo de superarlas, la alternativa entre apariencia o realidad y un largo etcétera.
Su escritura meticulosa parece perder algo de pulso en algunos pasajes del libro dado que éste no se asienta en una estructura tradicional de la novela; conjuga extractos de la entrevista que mantuvo con Appelfeld, suprime el último capítulo escrito para la novela por otro en el que explica el motivo de dicha mutilación, jugando nuevamente con la dualidad entre ficción y realidad, con la novela que habla de la novela que sostiene en sus manos el lector. En definitiva, un Roth algo alejado del habitual pero igual de estimulante, capaz de atrapar el interés de quien le lee.
Otras obras de Philiph Roth:
17 de enero de 2007
Pastoral americana (Philip Roth)
Otras obras de Philip Roth:
9 de abril de 2006
La conjura contra América (Philip Roth)
Dos son las principales aportaciones de la novela, al margen de la especulación histórica.
El narrador es el hijo menor de una familia judía de clase media que lucha por comprender el entorno a través de los retales de realidad que atisba a través de los noticiarios radiofónicos, periódicos, conversaciones familiares, etc. Este peligroso cóctel lleva al pequeño desde el sentimiento de orgullo hasta el temor por su propia vida creando un marco opresivo (faceta propia de toda infancia) no atemperado por elementos de esperanza más allá de la figura de su padre. Precisamente la capacidad de transmitir esa perplejidad desde el punto de vista de un niño (que actúa y piensa como tal) es uno de los mayores méritos de la novela.
La segunda aportación de la novela (en línea con la obra de Roth) es el reflejo de un mundo basado en valores como el esfuerzo, el trabajo callado y el mérito personal en el ámbito individual y el sentimiento de ciudadanía y sus responsabilidades (hoy sólo hablaríamos de los derechos que conlleva) en el ámbito público, valores todos ellos representados en la figura del padre. Roth huye del maniqueísmo ya que la coherencia lleva a este cabeza de familia a poner en peligro la existencia de todos ellos al no aceptar la posibilidad de que una nación haya perdido la capacidad de actuar con rectitud y justicia en defensa de todos sus ciudadanos. En su propia derrota se alza, sin embargo, como el único personaje que parece tener un motor de conducta dictado por algo más que las extremas circunstancias del momento histórico en que se desarrolla la trama.
Alguien podrá pensar que la intención de la novela es trazar un paralelismo con la política estadounidense actual, los méritos comentados justifican la lectura desde un punto de vista puramente literario y el disfrute de la misma.
Otras obras de Roth: