Hubo un tiempo en que periodismo y literatura podían ir de la mano. Un tiempo en el que una crónica reunía elementos tan variados como la corrección gramatical, la elegancia en el estilo, la descripción e interpretación de los hechos, la complicidad con el lector, etc.
Por contra, hay tiempos en los que leer una columna periodística sin encontrar faltas graves de ortografía supone un alivio para el espíritu.
Xammar, pertenece, sin duda alguna, a la primera categoría. Los artículos que se recogen en este volumen agrupan las crónicas enviadas por el periodista desde su corresponsalía en el Berlín de entreguerras, precisamente durante el periodo en el que el partido nazi está luchando por acceder al poder y la posterior instauración del régimen dictatorial.
Resulta sorprendente la clarividencia de Xammar a la hora de valorar y enjuiciar los acontecimientos. Se acostumbra a decir que para juzgar un periodo histórico es preciso dejar transcurrir un tiempo prudencial para tener una idea equilibrada y ponderada, no sometida a prejuicios o intereses propios de la inmediatez del momento.
Xammar demuestra que esta idea común no es válida en todos los casos. Pese a su clara implicación con los valores de la Segunda República española, y a su defensa de posturas ideológicas totalmente opuestas a las de Hitler, sus opiniones se basan exclusivamente en la valoración de los hechos. Así, no tiene reparos en defender que, en sus inicios, el régimen nazi tiene la legitimidad democrática que otros le negaban.
También sabe discernir claramente entre la palabrería de los discursos de los jerarcas del régimen y sus acciones, entre los discursos dirigidos al resto del mundo y los dirigidos al público doméstico.
Xammar también sabe valorar en su justa medida la incipiente legislación contra las minorías étnicas (judíos), religiosas (católicos) o las referidas a la protección de la raza aria a través de la esterilización de personas con deficiencias.
Entre reflexiones generales sobre la política, la guerra, las consecuencias de la paz, la manipulabilidad de las masas, etc, se nos va desgranando de primera mano la urdimbre terrible que supuso la creación y consolidación del régimen nazi. Asistimos perplejos a la progresiva eliminación de la oposición política sin mayores dificultades, al nacimiento del culto al líder, a la utilización indiscriminada de las técnicas propagandísticas de Goebbels, a las tensiones internacionales ante el rearmen alemán, la ocupación de Renania, el abandono de la Sociedad de Naciones, el acercamiento a la Italia fascista, etc. Y en todos los casos, las crónicas de Xammar tienen la perspectiva suficiente para aparentar estar escritas muchos años después de que ocurrieran estos hechos y no con la urgencia propia de su oficio.
Y ahora, sólo queda mirarnos a nosotros mismo y lamentar que, a diferencia de los lectores en los años 30 del diario "Ahora", no tengamos muchos equivalentes que nos permitan tener una visión más ajustada de un tiempo no menos incierto.
Por contra, hay tiempos en los que leer una columna periodística sin encontrar faltas graves de ortografía supone un alivio para el espíritu.
Xammar, pertenece, sin duda alguna, a la primera categoría. Los artículos que se recogen en este volumen agrupan las crónicas enviadas por el periodista desde su corresponsalía en el Berlín de entreguerras, precisamente durante el periodo en el que el partido nazi está luchando por acceder al poder y la posterior instauración del régimen dictatorial.
Resulta sorprendente la clarividencia de Xammar a la hora de valorar y enjuiciar los acontecimientos. Se acostumbra a decir que para juzgar un periodo histórico es preciso dejar transcurrir un tiempo prudencial para tener una idea equilibrada y ponderada, no sometida a prejuicios o intereses propios de la inmediatez del momento.
Xammar demuestra que esta idea común no es válida en todos los casos. Pese a su clara implicación con los valores de la Segunda República española, y a su defensa de posturas ideológicas totalmente opuestas a las de Hitler, sus opiniones se basan exclusivamente en la valoración de los hechos. Así, no tiene reparos en defender que, en sus inicios, el régimen nazi tiene la legitimidad democrática que otros le negaban.
También sabe discernir claramente entre la palabrería de los discursos de los jerarcas del régimen y sus acciones, entre los discursos dirigidos al resto del mundo y los dirigidos al público doméstico.
Xammar también sabe valorar en su justa medida la incipiente legislación contra las minorías étnicas (judíos), religiosas (católicos) o las referidas a la protección de la raza aria a través de la esterilización de personas con deficiencias.
Entre reflexiones generales sobre la política, la guerra, las consecuencias de la paz, la manipulabilidad de las masas, etc, se nos va desgranando de primera mano la urdimbre terrible que supuso la creación y consolidación del régimen nazi. Asistimos perplejos a la progresiva eliminación de la oposición política sin mayores dificultades, al nacimiento del culto al líder, a la utilización indiscriminada de las técnicas propagandísticas de Goebbels, a las tensiones internacionales ante el rearmen alemán, la ocupación de Renania, el abandono de la Sociedad de Naciones, el acercamiento a la Italia fascista, etc. Y en todos los casos, las crónicas de Xammar tienen la perspectiva suficiente para aparentar estar escritas muchos años después de que ocurrieran estos hechos y no con la urgencia propia de su oficio.
Y ahora, sólo queda mirarnos a nosotros mismo y lamentar que, a diferencia de los lectores en los años 30 del diario "Ahora", no tengamos muchos equivalentes que nos permitan tener una visión más ajustada de un tiempo no menos incierto.