¿Qué hay de García Márquez en la última novela de García Márquez? Sin duda no nos encontramos ante una de sus obras maestras aunque bien pudiera ser que precisamente la maestría de la misma sea la de mantener un estilo y un mundo creativo reconocible e identificable por cada lector. Visto de este modo, la genialidad no es un atributo de una novela o relato concreto sino del conjunto de la obra de su autor.
Y en este campo no hay quien discuta a García Márquez su capacidad para tener una escritura personal (no sólo circunscrita al mundo brumoso de Macondo). Algo hace que tras leer las primeras líneas de Memorias de mis putas tristes sepamos quién es el autor y se agolpe en nuestro inconsciente lector todo un conjunto de imágenes, sentidos y contextos que perfilan lo que leemos, iluminando el texto con un foco del que el autor es, sin lugar a dudas, consciente.
Un hombre en edad de despedirse de la vida decide solicitar los servicios de la regenta de un burdel para obtener los servicios de una virgen menor. El anciano recuerda su vida plagada de aventuras casuales en los prostíbulos del barrio chino, su relación con el periodismo y la música.
Y es después de un viaje tan largo cuando acaba por descubrir en forma de celos aquello que le estuvo vedado el resto de su vida. La reescritura, por tanto, de toda una vida en sus últimos instantes, conforma el hilo narrativo sobre el que se despliegan temas ya visitados por el autor como el amor en la senectud, la relación intergeneracional (la virgen tan solo tienen un papel pasivo dado que no pronuncia palabra en toda la obra). la soledad, una sociedad brutal que ahoga al individuo que busca su propio camino, etc.
Por ello, leer esta breve novela no aportará nada nuevo a quien conozca la obra de su autor, y sin embargo, no leerla nos apartará de esa sensación de frescura que nos deja la visita fugaz de una realidad literaria (realismo mágico dirán algunos) completa y heterónoma. El placer de la lectura, como el de la amistad, muchas veces se cifra en la novedad que se esconde bajo la capa de lo conocido y que el azar deja al descubierto en ciertas ocasiones.
Gabo es muy bueno. De sus obras, la que más me gusta es una colección de cuentos.
ResponderEliminarNo he leído la obra que citas porque no me llama la atención, aunque sé que es muy corta y el tema morboso. Me recuerda un poco a Stanley Kubrick. A muchos genios les gusta desvariar en su última obra, pero ignoro el motivo que les lleva a hacerlo.
Breo, aunque el tema sea morboso leído en la solapa del libro, el desarrollo de la historia no lo es en absoluto, creo que más bien es inmensamente triste, un libro sobre la falta de amor, en la línea (en muchos aspectos) de El amor en los tiempos del cólera.
ResponderEliminarMora-Fandos, precisamente a esa capacidad me refiero en el post. Ese mundo imaginario se construye sólo con palabras y lo evoca prácticamente en cada una de sus obras.
Comparto tus sensaciones respecto a la lectura del libro
ResponderEliminarGracias por tu visita y tu comentario Diego. Un buen libro sin duda, sin ser el mejor de Márquez.
ResponderEliminar¡Muerto el rey viva el rey! Ahora comenzarán a surgir infinidad de interpretaciones de lo que escribió. Hasta puede que lo canonicen o funden un pueblo o mejor una capital llamada Macondo. Ya ha pasado con muchos... Lo que me hace recordar el pobre servicio que los buitres hacen a los vivos y el gran servicio que les hacen a los muertos, puliendo sus huesos hasta tornarlos brillantes, resplandecientes... La realidad es que gago tuvo que autopublicarse para hacerse conocer. Hoy las grandes editoriales le rinden tributo ¡farsantes! El mejor texto que escribió está escondido en una novela... y no tiene ni un punto ni una coma. Pero he visto vídeos que lo muestran paseando en carroza como si fuese una gran celebridad. Y apuesto que los que lo aplaudían no habían leído ni una línea de lo que escribió
ResponderEliminarRicardo, gracias por tu visita y tu comentario. Estoy totalmente de acuerdo en que la muerte siempre llama a los plañideros e ignorantes, a los que pretenden sacar a tajada y a los que desprecian en conciencia lo que aplauden públicamente.
ResponderEliminarPor eso, a los que no participamos de la ceremonia, siempre nos quedarán sus libros.
Saludos.