Ishiguro dibuja en su última obra una parábola futurista ambientada en nuestros días. La existencia de un grupo de alumnos de un internado muy peculiar y las relaciones que mantienen entre ellos y sus "cuidadores" sustentan la trama de la novela y revelan la razón de ser de estos personajes.
Lo más destacable del relato resulta, a mi juicio, la manera en que se va desvelando, para el lector, pero también para los protagonistas, la verdadera naturaleza de la institución que les cobija y el destino que les está reservado. Para evitar romper parte de este encanto, omitiré cualquier mención al argumento de la obra.
En el mundo opresivo del internado, cada gesto, cada mirada, cada palabra son analizadas hasta sus últimas consecuencias, buscando desesperadamente dotar de coherencia y hacer interpretable un mundo extraño. Precisamente creo que esta es la mayor aportación del relato dado que le dota de valor universal.
Así, todos interpretamos la realidad cuya complejidad no acabamos de comprender, dejando suficientes lagunas para el subjetivismo de cada cuál. De la contraposición de estas diferentes interpretaciones surgen conflictos y afinidades, decepciones y esperanzas. Cada nuevo matiz nos hace avanzar o retroceder, pero en definitiva, es la contraposición de nuestra visión con la de los otros, la que nos hace humanos (o lo que es lo mismo, falibles).
Este delicado equilibrio es el humus literario que modela magistralmente Ishiguro más allá del argumento de actualidad que emplea como disculpa.
Lo más destacable del relato resulta, a mi juicio, la manera en que se va desvelando, para el lector, pero también para los protagonistas, la verdadera naturaleza de la institución que les cobija y el destino que les está reservado. Para evitar romper parte de este encanto, omitiré cualquier mención al argumento de la obra.
En el mundo opresivo del internado, cada gesto, cada mirada, cada palabra son analizadas hasta sus últimas consecuencias, buscando desesperadamente dotar de coherencia y hacer interpretable un mundo extraño. Precisamente creo que esta es la mayor aportación del relato dado que le dota de valor universal.
Así, todos interpretamos la realidad cuya complejidad no acabamos de comprender, dejando suficientes lagunas para el subjetivismo de cada cuál. De la contraposición de estas diferentes interpretaciones surgen conflictos y afinidades, decepciones y esperanzas. Cada nuevo matiz nos hace avanzar o retroceder, pero en definitiva, es la contraposición de nuestra visión con la de los otros, la que nos hace humanos (o lo que es lo mismo, falibles).
Este delicado equilibrio es el humus literario que modela magistralmente Ishiguro más allá del argumento de actualidad que emplea como disculpa.
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